El poeta ‘asturiano-mexicano-murciano’ Marcelino Menéndez Gonzalez, gran amante de la gastronomía, nació hace 87 años en Lugo de Llanera, en Asturias, en 1933, a penas tres años antes del inicio de la Guerra Civil española, que fue clave en su vida posterior desde su más tierna infancia. Una vida casi de película que Marcelino nos relató en su casa, junto a su mujer, la mexicana Asunción Ablanedo, y su hija Laura Patricia, donde pudimos degustar auténticos platos de la cocina mexicana de la que el poeta es un gran amante y entendido.
Aunque comenzó a escribir muy tardíamente, no lo hizo hasta cumplir los 70 años, cuenta en su haber con 71 libros publicados, 62 de poesía y 9 de relatos cortos y aforismos. Su poesía ha sido reconocida nacional e internacionalmente y muy celebrada en círculos literarios.
En la actualidad están preparando en Bolonia una antología de sus trabajos.
Su libro de poesía titulado ‘La luz y la sombra en el vértice del tiempo’, obtuvo el galardón del 2º Premio de Poesía de la Universidad Católica Carlos III de Madrid, celebrado en el año 2008.
Entre sus reconocimientos y premios también cuenta con:
- Finalista en XV Certamen de Poesía del Centro de la Mujer de Cartagena.
- Finalista en VII Certamen de Poesía, “Leonardo Cercos”, de Palma de Mallorca.
- Primer Premio en la VII Edición del Certamen de Cuadernos Culturales Monroy de Cartagena.
- Finalista del III Concurso de Poesía de l Asociación Cultural Miravete de Torreagüera.
- 2º premio Certamen Literario de Alguazas, Murcia 2008.

– Nació en Asturias, vivió en México y Estados Unidos y finalmente recaló en Murcia… todo tendrá un motivo, ¿no?
– Pues es una historia muy larga que comenzó cuando tenía seis años. Nos llevaron a Francia a un campo de concentración, a mi padre, a mi madre, y a mis hermanos; yo era el mayor de tres entonces. Más tarde separaron a mi padre y mi madre, mis hermanos y yo estuvimos seis meses en un campo de concentración en Chartres, en la región de Centro-Valle de Loira.
¿Conoce la novela de John Boyne, ‘El niño con el pijama de rayas’? pues esa fue mi historia, también me sucedió algo muy parecido a lo que narra ese libro sobre la Segunda Guerra Mundial, donde el pequeño hijo de un comandante de un campo de concentración desarrolla una amistad prohibida con un niño judío de 8 años.
En ese lugar estuvimos durante seis meses, comiendo patatas y agua y durmiendo en el suelo en barracones sin aseos hasta que por fín pudimos salir de allí.
– ¿Y después se marcharon a México?
– En 1939, cuando estábamos a punto de zarpar hacia México desde el Puerto de Burdeos, junto a mi madre y hermanos, allí apareció por sorpresa mi padre, que había logrado escaparse del campo de concentración, y todos juntos tomamos un barco hacia Puebla, donde llegamos a una casa sin muebles que nos facilitó un amigo de mi padre. Recuerdo perfectamente cómo los hermanos lo esperábamos sentados en los balcones con los pies colgando entre los barrotes, deseando verlo venir con comida. Allí estuve hasta los 13 años cuando, tras una paliza que me propinó mi padre, decidí marcharme de casa. Me dirigí hacia la provincia de Veracruz donde me dio cobijo un matrimonio de españoles que se dedicaban a la elaboracion de embutidos, chorizos, jamones… Allí pasé dos años, durmiendo en un catre y trabajando para ellos que eran dueños de un restaurante en la terminal de autobuses de la ciudad. Después recuerdo que el gobierno de los Estados Unidos estaba realizando una campaña en México para luchar contra las garrapatas y a uno de sus inspectores le pedí que me hablase en inglés, para aprenderlo, y así hice, aprendí el inglés escuchándolo y leyendo libros.

Después me fui a trabajar durante tres años al hotel Imperial y más tarde me marché a México D.F. a la empresa española Gómez Hermanos, donde estuve cinco años. Allí conocí a mi mujer y decidimos casarnos. Cuando estábamos a punto de celebrar la boda, mi padre, que estaba pasando apuros económicos, me pidió que le prestase dinero, y jamás me lo devolvió. Aún así nos casamos pero solo pudimos estar dos días de viaje de novios en Veracruz. Después trabajé en laboratorios de productos veterinarios y otras grandes empresas.
– ¿Cuándo fue la vuelta a España?
– Fue en 1973, primero a Madrid y luego en Oviedo. Resultó que Báyer cambió de gerente y ese gran amigo mío, que conocí en el campo de concentración, fue nombrado gerente para la zona del Mediterráneo y quiso llevarme con él. Así llegué a Murcia de rebote, eso fue en 1980.
– Una vida intensa…
– Mi vida ha estado siempre llena de subidas y bajadas.
– ¿Ha sentido miedo alguna vez en su vida?
– El peor miedo que he pasado fue un día conduciendo en México, en Guajaca, en una carretera solitaria en medio de una montaña bajo una gran tormenta de rayos y truenos.
– Este año desgraciadamente perdió a una de sus hijas…
– El dolor de perder un hijo no se puede describir. Mi hija Rocío murió el 24 de febrero, día de mi cumpleaños.
– Ha trabajado en restaurantes, hoteles, representante de laboratorios veterinarios y hasta llegó a tener su propia tienda de animales…
– Así, fue era el capricho de una de mis hijas y tuvimos la tienda de animales durante once años en el barrio de El Carmen de Murcia. Después surgió la posibilidad de volver a México y más tarde a Estados Unidos como asesor de un restaurante de cocina española en Austin. Así que me marché a Estados Unidos donde aquel proyecto se truncó y tuve que trabajar en una estación de servicio. Allí fue donde por primera vez tuve contacto directo con la poesía cuando conocí a un cliente que era escritor, fue él quien me sugirió que empezase a escribir. Y así lo hice, empecé a escribir ‘Reflexiones y pensamientos’, mi primer libro que fue editado en México con tan solo cien ejemplares… aún conservo dos en casa.
– Y, desde entonces, 71 libros. ¿Escribe todos los días?
– Hace cinco años que no escribo nada.
-¿Y eso por qué?
– Aunque te lo explique no me entenderías… Yo en mi vida normal se quien soy, se lo que hablo, los términos que uso… pero al escribir esos libros me daba cuenta que utilizaba palabras que yo no usaba cotidianamente. Era como si alguien, que no era yo, escribiese desde dentro de mí. Y hace cinco años que ese alguien se fue. Ahora no escribo ni un solo párrafo.

-¿Cual es el tema que más repite en sus poesías?
– Todos los temas tienen un fondo tremendo, empezando por el cuerpo humano, su funcionamiento tan perfecto y misterioso como el que nos veamos las venas de color azul cuando por ellas corren litros de sangre roja… ese color azul se produce por nuestra piel.
El tema más predominante en mi poesía ha sido siempre el yo interior, reflexiones sobre él.
-¿No tiene poemas de amor?
– El amor en poesía se toma como sentimiento. No lo he tratado demasiado en mi poesía.
– ¿Cómo definiría su poesía?
– La definiría como poesía reflexiva. Antonio Gamoneda, premio Cervantes 2006, la definió así «una poesía reflexiva, con una sabiduría existencial».
– ¿Que escribirá si vuelve ese ser que escribía dentro de usted?
– Seguiré pensando que el camino a recorrer debe ser siempre la búsqueda de mi yo. Esa pregunta se la hice yo a Gamoneda y me contestó que siempre hay que preguntarle a tu yo.
– ¿Quienes han sido sus referentes en la poesía?
– Un montón, entre los poetas me gusta más Machado que Miguel Hernández; Walt Whitman, T. S. Eliot y los franceses Arthur Rimbaud y Paul Valéry.
– Es un gran amante de la gastronomía, ¿su favorita es la mexicana o la cocina murciana?
– No se pueden comparar, la cocina mexicana es muchísimo más amplia, México tiene muchas cocinas en cada una de sus provincias. La gastronomía de Murcia me gusta mucho pero está más limitada. De los platos murcianos mis favoritos son seguramente el zarangollo y los michirones.
– Me cuentan que ha sido un gran cocinero, ¿sigue haciéndolo?
– Sí, antes cocinaba. Me gustaba hacerlo porque tenga en cuenta que durante toda mi vida he comido fuera de casa a causa del trabajo. Yo salía de casa y a veces volvía en una semana y otras veces en meses. Así que tenía que comer todos los días en restaurantes. Recuerdo días en los que salía de Oviedo a Madrid y de Madrid, a Murcia y a las siete del día siguiente tenía que salir para Barcelona. En toda mi vida he gastado 28 coches aquí en España y he hecho más de 800 vuelos de avión. Durante toda mi vida he podido probar la comida de todos los sitios.
– ¿Está satisfecho con su vida y su obra?
– Quizás ya he encontrado lo que buscaba y no lo he sabido entender… y lo he dejado atrás.
– ¿Cómo se encuentra de salud?
– He sufrido entre 2015 y 2016 dos derrames cerebrales y un infarto en 2019.
– ¿Le asusta la muerte?
– No rotundo. Me asusta lo que lleva consigo.
Durante la entrevista pudimos disfrutar de los exquisitos platos mexicanos que prepararon para la ocasión Asunción Ablanedo y Marcelino Menéndez. Un menú que incluyó:

- Aceitunas, patatas fritas y chicharrones mexicanos (piel de cerdo frita en aceite bien caliente con salsa picante verde.
- Molotes de tinga, con tomate, laurel, cebolla y guindilla.
- Tamales con mole poblano de harina de maíz cocinados al vapor y envueltos en una hoja de la mazorca, de pollo, de rajas verdes y rojas y de queso.
- Frijoles refritos (también los hacen con caldo) con totopos.
- Y para terminar, de postre, una deliciosa tarta de flan.
Algunas de sus poesías:
UN MOMENTO
Como resbaladizo ingrediente de ansiedad,
busco el momento; el momento
y qué es lo que lo rodea, en un espesor
de sensaciones…
Como si fuera un silencio rasgado en
la oscuridad o como ruidos sin luz, formando
el azar que urde sombras, ante
el tejido del tiempo; como algo que
se estuviera deviniendo a pesar de
mis convicciones de magnitudes absolutas,
como la de que el cielo siempre está
en su lugar y no puedes perderlo.
Pero el momento continúa intangible,
vacío, infinito entre espacio y lejanía
esperando ser realizado…y llenado de vida.
UN INSTANTE DE INSPIRACIÓN
Desposeídas de su aureola de lo inefable,
unas cuantas emociones quisieron erigirse
en sensaciones e invadieron para ello,
el espacio de un instante de inspiración.
Se introdujeron en él, moviéndose inquietas
como reflejos de luz iluminando sombras,
eludiendo la impaciencia de la prisa,
y se manifestaron como un manantial de vibraciones
de agua pura y cristalina, con los chasquidos
de su alegría por vivir, ocupando
la estancia incesante de ese breve tiempo,
convirtiéndola en una fuente de vida,
serena, tranquila y bella.
HACIA LA LEJANÍA
Sólo la lluvia comparte
sobre las calles su presencia
en turbios charcos de nostalgia,
de una ciudad vacía,
cuyas aceras piso y siento mía,
en mi paseo solitario.
En busca del rumbo de las ausencias
de viento triste, de soledad y tarde,
percibiendo la última luz que anida,
hacia la lejanía…
SOMBRA PENSATIVA
Con un leve contorno de claridad,
iba asomándose el amanecer
en el horizonte…
Absorto lo contemplaba como una invocación
en mi portal solitario, tratando de absorber
sus más bellos matices naturales.
Y con tu soledad en la mía, evoqué
los recuerdos, de aquellos momentos
que tanto disfrutamos y que hoy
sólo son melancolía.
Fui tuyo, fuiste mía, en una entrega
de plenitud de amor y fantasía,
en la que sólo nuestro mundo existía.
Hoy, sólo oscila el pasado balanceándose
en una constante sombra pensativa y,
según transcurre el tiempo, se agiganta
insondable e infinita…
¿QUIÉN ERES?
Ni yo huyo del tiempo
ni él me persigue, sólo se
que atardecía y… no puse impedimento
alguno y me dejé habitar…
¿Quién eres?
¿eres el que me despierta?,
¿el que me habla en silencio?,
¿el que me asalta?
¿el que a veces me finge?,
¿eres el que vive en mí y me dice
que las cosas hablan entre ellas?,
¿el que siento cuando más lo necesito?,
¿Quién eres?…
¿fuerza, esencia, luz, mónada,
quién eres?
Inefable, intangible, infinito,
¿qué eres?
¿la percepción, la reflexión, la conciencia?…
ELUCUBRACIONES
Lo tierno, lo tibio, lo tenue
de una mirada…
Lo trémulo, lo trivial, lo triste
de una sonrisa…
Como un gesto sin razón,
un gesto y…un nombre…
Y sólo con cierta perplejidad,
que no llega al asombro
me quedé esperando,
con imágenes color pastel
y la música de un vals…
Y como todas las cosas
en camino a alguna parte,
sin preguntar el ¡porqué!;
sabiendo eso sí, que a veces el reflejo
equivoca el color…
Al final todo quedó, como espejo astillado
en el suelo de los días.