Aunque su planificación ya estuviese bien cimentada desde el primer beso, Ella, cuán grácil gacela y nervios de felicidad, ríe, a veces sin motivo, otras, las más, mueca de sonrisa para el buen quedar. Es su día vestía de reina, se sentía reina, era su reina. La reina de Paco.
Él, amplia sonrisa y traje obscuro de ocasión, también las mariposas quería volar fuera de su estómago y sellar con un beso de fuego su alianza con Tere. Con su diosa Tere. Cuánta felicidad… cuántos proyectos, cuánto amor, cuánta vida juntos, cuántos propósitos: unos salieron y otros siguen pendientes, pero quede claro a los cuatro vientos, los pendientes se realizarán con la sonrisa como bandera y como patria el amor.
Otra pareja más que sigue los dictámenes del cariño. Cuando en una vida enlodazada de trampas, unas semánticas y otras reales, se consigue asumir con el mismo amor del principio y traspasar el difícil equilibrio de las canas y las cicatrices de la vida, más de la mitad de camino está andado. El resto, los nuevos retos con mermadas fuerzas, con más problemas de salud y el propio desgaste de la rutina, pueden ser escollos añadidos, hados negativos en el día día, pero amiga Tere, amigo Paco, la energía que falta no tardará en llegar desde fuera de vuestros corazones. Una energía todo amor, tierna, infantil, depredadora de tranquilidades y absorbente de todos los cariños sueltos, amarrados o dispersos.
Una energía que no es ni alcalina ni Duracell, pero una vez llegue a corazón y traspase su epidermis, dura, dura, y dura. La marca de este nuevo impulso, de este alimento de emociones, no la busquéis en el comercio, buscadla en la familia, en la etiqueta de sus corazones, y para no errar en la marca del regalo de dioses, os adelanto que el frágil pero consistente producto, en el mundo se le conoce como NIETOS.
Feliz vida para ambos, amigos.
Pascual Fernández Espín
Escritor y tertuliano político en radio y televisión