Es cierto que la calle no es la misma cuando la aglomeración en las terrazas hacía que los vecinos arrojaran agua desde las ventanas indignando a solteronas en busca de novio, a chulos sin playa y a primerizos divorciados resentidos con la ley Ordóñez. El viejo “Altea” del monstruo Rafa Párraga con sus melodías de siempre pasó a mejor vida, arrinconadas en la memoria las noches de bailoteo al ritmo de Renato Carusone con alientos de Larios. Amores se van marchando gracias a la crisis y a los manidos cambios generacionales que recluyen a muchos en la jaula hogareña o los remite a bares sin sustancia con libros encolados y pavas esclavas de su belleza. La calle Pérez Casas sigue ahí, esperando una nueva oportunidad, como los divorciados que acogía en las largas noches de verano, al buscar un segundo amor que les sacara de la perniciosa amargura.
Paciente, quizás resignado Santi Varona espera en su extinto Pícaro, ahora La Gintonería, basílica y refugio de alegres desconsolados, el regreso a los buenos tiempos. El fútbol ha sido el mejor atractivo (como para toda la nación) de días con llenos espectaculares con la parroquia embobada ante la pantalla de televisión gigante, en la que los clientes gritaban su pasión ante el gol sin miedo a la reprimenda de la parienta.
Veranos del ayer en la ciudad, con engreídos rodríguez castigando a marujas solitarias que se amarraban al bolso como si en él les fuera la vida y la honra. Calle convertida en paseo marítimo del agosto urbano cargada de aromas de cebolla de pizzas que acallan de manera rápida y eficiente el requerimiento obligado de los estómagos vacíos.
Y allí, con las terraza despobladas aguarda sereno Santi, recordando los días en los que el Príncipe de Asturias, hoy rey, visitaba el establecimiento; el verano maravilloso de 2008 y a la sedienta parroquia, ahora errante, igual que se aguarda el otoño cada vez más cercano, con sus chaparrones imprevistos, similar a como lo reflejó Inocencio Medina Vera en su cuadro “A casa que llueve”.
La terapia de la feria ha amortiguado los efectos de las depresiones post vacacionales de los murcianos. En la calle Pérez Casas, en la calle de siempre, la que posee un luminoso bar de coloreadas paredes se espera el final del verano, tiempo de recordar amores estivales que marcharon para nunca más volver.
Pie de foto principal: Santi Varona, todo un referente de la calle Pérez Casas, con el logo de Pícaro Bar, al fondo.
Miguel López-Guzmán
Periodista, escritor y pintor