La cerveza en verano viene a ser como el maná que envió Dios a los judíos durante los cuarenta años que vagaron errantes por el desierto sudando la gota gorda. Cuando Lorenzo aprieta, en casa, en la barra o en terraza, la cerveza nos refresca por dentro y por fuera. Después del primer trago, siempre largo (algunos dan cuenta del botellín sin respirar) el calor parece disminuir y el gaznate se suaviza para pedir de forma inmediata otra caña.
Pepe Gálvez, cervecero.
Los tiempos de crisis, y así llevamos media vida, estimulan las glándulas cerebrales y con ellas la creatividad y la iniciativa. Es el caso de Pepe Gálvez un joven empresario que regenta el conocido Supermercado Gálvez en la pedanía murciana de La Alberca, allí donde el monte y la huerta se abrazan. Llevado por su natural talento y en sus horas libres, Gálvez, elabora una cerveza exquisita que nada tiene que envidiar a las grandes marcas. El joven empresario tiene dos grandes pasiones, el Real Madrid y su pueblo, por lo que no ha dudado en etiquetar su deliciosa cerveza con el nombre de “Alberca de las Torres” en sus tres variedades: “Rubia de Autor”, “Radler” y “Reserva Tostada”.
A las puertas de su establecimiento se forman largas colas para adquirir la ya famosa cerveza, vienen incluso guiris desde poblaciones del litoral para adquirir cajas de la muy excelente bebida, considerada por los egipcios como néctar de los dioses. Alemanes, suecos y holandeses siguen los pasos de sus ancestros galos y normandos creadores de tan refrescante elixir en Europa y no cesan de visitar a Pepito Gálvez en su negocio, el que se ve desbordado ante el éxito obtenido por su creación cervecera. Caliente o fría la cerveza “Alberca de las Torres” ya se vende por camiones.