LasGastrocrónicas.com visitó recientemente este enclave con historia, tradiciones y sabores vascos en el corazón del Mediterráneo y disfrutó de una espectacular comida en Casa La Vaska
La asociación de vecinos de La Algameca Chica ya ha recogido 9.000 firmas para solicitar que este poblado histórico, de Cartagena, sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Comunidad Autónoma de Murcia. LasGastrocronicas.com visitó el pintoresco enclave cartagenero hace unos días, con comida en Casa La Vaska.
El presidente de la asociación, José Manuel de Haro, informa que «ya hemos alcanzado la cifra de 9.000 firmas de personas que nos apoyan en nuestra pretensión de ser declarados BIC. No obstante, la recogida de firmas sigue abierta y el puesto para firmar está a disposición de todo el mundo los fines de semana en horario de diez de la mañana a ocho de la tarde».
La Algameca Chicha es un poblado que data del año 1778, tal y como aparece documentado en el libro ‘Los inicios del poblamiento contemporáneo en el paraje de la Algameca Chica de Cartagena’ escrito por el historiador José Ibarra hace diez años.
Está compuesto por 120 viviendas habitables y adaptadas a la orografía del terreno. No hay agua corriente y la luz la proporciona placas solares que iluminan incluso las calles pero la sensación no es, ni mucho menos, de exclusión ni de pobreza. El modo de vida se asemeja a una red familiar en la que todos se encuentran en plena y armoniosa comunidad.
«Las personas que nos visitan nos dicen que venir a La Algameca Chica es como viajar cien años atrás en el tiempo. Ven casas de madera suspendidas sobre el mar, la mayoría pintadas de colores y muchas con su barquito amarrado en la puerta. La sensación es de paz, sol, armonía y tranquilidad alejada del ruido y la ciudad. Es por ello por lo que, desde hace años, nos llaman ‘La pequeña Shanghái’».
El poblado es visitado por numerosas personas a las que les gusta saborear el pasado de las antiguas poblaciones. Acuden a él atraídos por lo exótico del lugar. «Ahora que mucha gente va buscando lo auténtico, la verdad es que no hay nada más auténtico que esto. De hecho, las viviendas de los abuelos son rehabilitadas por los nietos para que no se pierda su esencia y estética».
La Algamecha Chica no es un poblado chabolista sino que está compuesto por barracas. Hay una pista de fútbol y se realizan multitud de actividades y visitas culturales. Entre ellas, se trabaja con los alumnos de colegios para enseñarles las costumbres del lugar, como se vivía hace 200 años y el vínculo del mar con el monte.
No en balde, ha aparecido en los principales medios de comunicación de ámbito nacional y, también, en algunos internacionales, cuyos periodistas han ido llamados por el encanto y la singularidad del lugar.
«Sin lugar a dudas, La Algameca Chica atesora un gran valor etnográfico, tradicional y recoge un gran legado histórico. Por ello, necesitamos una figura jurídica de protección adecuada para el mantenimiento, la conservación y la puesta en valor del poblado, y esa figura es la de Bien de Interés Cultural (BIC). Ya hemos alcanzado la cifra de 9.000 personas que nos apoyan. Esperamos que las administraciones públicas escuchen esta reivindicación popular», ha expuesto de Haro.
Un viaje al alma marinera de Cartagena: Descubriendo La Algameca Chica
Un grupo de amigos, entre los que se encontraban Antonio Fernández Salinas, director de la revista gastronómica Pomarus, y Paco Hernández, director del diario digital LasGastrocronicas.com, Tomás Martínez Pagán, Pepe Roca y Ángel Pérez Martos, visitó recientemente La Algameca Chica, un rincón singular de Cartagena que ha sabido conservar su esencia marinera a lo largo de los siglos.
Algunos ya conocían el lugar, mientras que otros lo exploraban por primera vez, dejándose sorprender por su historia y autenticidad.
LasGastrocronicas.com realizó un gran reportaje fotográfico de la visita a La Algameca:
Los comensales visitamos la margen izquierda de la desembocadura de la rambla de Benipila, este pequeño asentamiento marinero, documentado desde 1778, ha sido testigo de innumerables vivencias que han dado forma a su identidad. En el libro de José Ibarra, aparece documentado el que podría ser el primer restaurante de la Región de Murcia, ubicado en este paraje. A pesar de carecer de agua corriente y depender de la energía solar, sus habitantes han tejido una comunidad solidaria y en perfecta armonía con el entorno. No es de extrañar que muchos lo denominen “La pequeña Shanghái”, por la apariencia de sus viviendas improvisadas y la vida en estrecho contacto con el mar.
El origen de su nombre se remonta a Selim El Algamek, un personaje venerado en la región, cuya memoria perdura en la toponimia local. A lo largo de los años, La Algameca Chica ha albergado baterías defensivas, explotaciones mineras y ha sido refugio de varias generaciones de pescadores, cuyas costumbres siguen marcando la vida diaria del poblado. La pesca, las reuniones vecinales y las festividades tradicionales forman parte de la cotidianidad de sus habitantes, quienes han sabido resistir los embates del tiempo y las amenazas de desalojo con una admirable fortaleza.
Galería fotográfica de la comida en Casa La Vaska:
Casa La Vaska: Un festín de sabores con raíces vascas
La visita a este enclave no podía estar completa sin una experiencia gastronómica a la altura. La anfitriona de la jornada fue María Jesús, quien junto a su esposo José Ángel ha convertido su hogar, Casa La Vaska, en un templo de la buena cocina. Situada en la calle principal del poblado, esta casa debe su nombre a las raíces vascas de María Jesús, una cocinera excepcional que fusiona con maestría los sabores del norte con los productos frescos del Mediterráneo.
Para la ocasión, preparó un menú digno de los paladares más exigentes. Como entrante, sirvió un pastel de cabratxo que cautivó a todos los comensales. Seguidamente, deleitó a sus invitados con una tortilla de bacalao acompañada de finas rodajas de tomate, aportando un equilibrio perfecto entre sabor y frescura. Luego, unos pimientos del piquillo rellenos de bacalao elevaron la experiencia gastronómica, provocando exclamaciones de admiración entre los asistentes. Como plato principal, una merluza a la vasca terminó por conquistar definitivamente a los comensales. El broche de oro lo puso una selección de dulces caseros, acompañados de un aromático café, cerrando así un almuerzo memorable.
La jornada en La Algameca Chica fue una auténtica inmersión en la historia, la cultura y la gastronomía de un lugar único. Un enclave que, a pesar de su pequeña extensión, encierra un universo de tradiciones y sabores que dejan huella en quienes tienen el privilegio de visitarlo.