La familia hostelera murciana llora la pérdida de un apasionado defensor de la gastronomía tradicional tras una valiente lucha contra la enfermedad
La ciudad de Murcia está de luto tras la pérdida, el pasado martes 8 de abril, de Antonio Abellán Montoya, un hostelero ejemplar cuya vida estuvo dedicada al arte culinario y la promoción de las tradiciones murcianas. Su fallecimiento, después de una larga y dura batalla contra el cáncer, ha dejado un vacío irreparable en el corazón de la comunidad hostelera y entre quienes tuvieron el privilegio de conocerle. Antonio fue mucho más que un empresario hostelero; fue un embajador de la cultura murciana a través de los fogones. Durante años lideró con pasión el bar de la Peña San Isidro La Panocha, donde desplegó su amor por la cocina tradicional regional. Más tarde, junto a su esposa Leonor Brigido Romero, fundó La Gavacha, un restaurante ubicado junto a la Plaza de Santa Catalina que se convirtió en un referente de la auténtica gastronomía murciana. En este espacio, Antonio no solo servía platos como sus famosas marineras, zarangollos o michirones, sino también historias, recuerdos y momentos inolvidables para quienes lo visitaban.
Su legado va más allá de los fogones. Como vocal de Gastronomía y Barracas de la Peña San Isidro La Panocha, Antonio jugó un papel clave en la organización y difusión de las barracas huertanas durante las Fiestas de Primavera. Desde su creación en 1978, esta peña ha sido un pilar fundamental en la celebración del Bando de la Huerta, y Antonio siempre veló porque la gastronomía tradicional ocupara un lugar destacado en estas fiestas tan arraigadas en la identidad murciana.
El miércoles 9 de abril, amigos, empleados y clientes despidieron emocionados a Antonio en una misa celebrada en el Tanatorio Arco Iris. Las palabras de quienes compartieron su día a día reflejaron la grandeza de un hombre humilde pero extraordinario. Isa, una empleada que trabajó bajo su dirección, lo describió como «el mejor jefe que he tenido en mi vida y mejor persona». Por su parte, Ruth, otra compañera cercana, recordó con cariño cómo Antonio, junto a su familia —su mujer e hijos—, formaba un equipo admirable: «Eran y son una familia bellísima, trabajadora y muy buena gente. Antonio era una maravillosa persona que peleó hasta el final, y lo vamos a echar muchísimo de menos».
La noticia de su fallecimiento ha causado una profunda tristeza entre la familia hostelera murciana, que ve en Antonio un ejemplo de dedicación, esfuerzo y buen hacer. En cada rincón de La Gavacha, desde su cuidada decoración hasta sus exquisitas tapas, quedará siempre presente el espíritu de un hombre que amaba su tierra y quería compartirlo a través de sabores únicos.
Uno de los momentos más difíciles en la historia de La Gavacha ocurrió en marzo de 2021, cuando un devastador incendio arrasó el local. Sin embargo, ni ese golpe pudo doblegar a Antonio, quien lideró la reconstrucción con la misma fuerza que caracterizó toda su carrera. «El fuego nos quitó nuestra casa, pero no nos quitó las ganas de trabajar ni las fuerzas para seguir luchando«, escribió en aquel entonces. Esas palabras hoy resuenan como un testimonio de su carácter resiliente y su capacidad para enfrentar cualquier adversidad.
Antonio Abellán Montoya deja un legado imborrable en la memoria colectiva de Murcia. Su pasión por la gastronomía, su compromiso con las tradiciones y su bondad infinita serán recordadas por todos aquellos que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino. Aunque ya no estará físicamente presente, su espíritu continuará vivo en cada bocado de comida tradicional, en cada barraca huertana y en cada conversación entre amigos alrededor de una mesa.
Descanse en paz el hombre que supo honrar la esencia de Murcia con sabor, alegría y generosidad.