Este 1 de agosto, beber cerveza con moderación no solo se convierte en un acto social, sino también en una elección que puede aportar beneficios para el cuerpo y el espíritu

Este 1 de agosto de 2025, el Día Internacional de la Cerveza y el Día Mundial de la Alegría se unen en una celebración perfecta: una jornada para brindar por la vida, el buen humor y, paradójicamente, también por la salud. Lo que en apariencia es una fiesta de sabores y camaradería tiene, según diversos estudios, un fundamento científico que va más allá del simple placer.
Desde 2007 se celebra el primer viernes de agosto como el Día Internacional de la Cerveza, una fecha que este año coincide con el Día Mundial de la Alegría, instaurado en 2010 por el colombiano Alfonso Becerra. La coincidencia no podría ser más simbólica: la cerveza, consumida con moderación, no solo es una bebida social por excelencia, sino que también se asocia con múltiples beneficios para el bienestar físico y emocional.

La cerveza, más que una bebida: un aliado de la salud
Lejos de ser solo un refresco fermentado, la cerveza contiene una rica composición de vitaminas del grupo B, como la B6, que ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares al reducir los niveles de homocisteína. Además, gracias a sus polifenoles antioxidantes, protege el corazón y puede disminuir el riesgo de infartos.

El silicio presente en la cerveza contribuye a una mayor densidad ósea, ayudando a prevenir la osteoporosis, especialmente en mujeres, donde también se ha observado que puede retrasar los síntomas de la menopausia gracias a sus fitoestrógenos. Asimismo, mejora la salud inmunológica y protege contra enfermedades cognitivas como el Alzheimer.
Su efecto diurético, derivado de su alto contenido en agua, ayuda a prevenir los cálculos renales, mientras que los ácidos amargos del lúpulo favorecen la digestión. Y no menos importante: el lúpulo posee propiedades sedantes naturales, lo que puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad.

Alegría que se multiplica
El Día Mundial de la Alegría invita a reflexionar sobre la importancia de este sentimiento en la vida diaria. Psicólogos lo definen como una emoción pasajera, pero poderosa, que se manifiesta con sonrisas, risas, bailes o abrazos. Compartirla, según el dicho, la multiplica.
Y aquí vuelve a entrar en juego la cerveza: como bebida social, fomenta la conexión entre personas, mejora las relaciones y, tras el ejercicio, incluso ayuda a la recuperación física y mental. Un vaso de cerveza entre amigos no solo hidrata: hidrata el alma.

Recuerda: La clave está en la moderación. La cerveza no sustituye una dieta sana ni un estilo de vida activo, pero, como parte de ambos, puede ser un ingrediente más de una vida plena… y alegre.

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