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GASTROCRONICAS

«Eres escultura de los dioses»: la polémica en un restaurante de Murcia por los piropos de un camarero y la ácida réplica del dueño

Una reseña de un cliente desata una tormenta en redes: ¿dónde está el límite entre amabilidad y acoso?


 

Una cena en un restaurante de Murcia, según publica La Vanguardia, se ha convertido en el centro de un intenso debate en redes sociales tras la publicación de una reseña en la que un cliente denuncia el trato recibido por parte de un camarero, quien, según su relato, no dejó de lanzarle piropos durante toda la velada.

El comensal, que prefirió mantenerse en el anonimato, relató que, aunque el servicio fue correcto en lo técnico, el comportamiento del empleado resultó incómodo: “Te tira piropos todo el rato y llegó a decirnos que estábamos ‘esculpidos por los dioses’. Está bien tratar bien al cliente, pero cuando los comentarios exagerados no paran, acaban agobiando”.

La publicación, compartida por el perfil Soy Camarero —una de las voces más escuchadas sobre los entresijos del sector hostelero en redes—, rápidamente se hizo viral y desató una ola de reacciones. Muchos usuarios coincidieron en que, aunque la cercanía puede formar parte del encanto de algunos locales, los piropos persistentes cruzan la línea de lo profesional.



Sin embargo, la polémica se intensificó con la respuesta del propietario del establecimiento, quien justificó el comportamiento afirmando que se trataba de un intento por hacer la cena “más amena”. “Veo que, para ti, que te traten bien y se digan comentarios para animar la velada te parece mal… nos hace pensar que es cierto eso de que, aunque la abeja le diga a la mosca que la miel es mejor, esta siempre irá a la basura”, escribió.

Esta metáfora, junto con la falta de puntuación y claridad en el mensaje, provocó aún más indignación. Usuarios en X (antes Twitter) criticaron no solo el contenido, sino también la forma: “La respuesta no tiene sentido”, “¿esto es un dueño de restaurante?”, “los piropos no son servicio, son acoso disfrazado de simpatía”.

Algunos defendieron al cliente, señalando que el respeto y el espacio personal no son negociables, mientras que otros cuestionaron si las redes están amplificando desacuerdos que antes se habrían resuelto con un comentario directo al gerente.

Lo cierto es que el caso ha puesto sobre la mesa una cuestión cada vez más recurrente: ¿hasta dónde debe llegar la cercanía en el servicio? Y sobre todo, ¿quién decide cuándo un comentario deja de ser un cumplido y se convierte en una molestia?

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