Las intensas lluvias dejaron las playas anegadas y cubiertas de barro, obligando al Ayuntamiento a suspender la tradicional celebración por razones de seguridad y responsabilidad
El Ayuntamiento de Los Alcázares anunció este pasado sábado la cancelación del Día del Caldero, una de las fiestas más queridas y concurridas del municipio, que estaba prevista para el domingo 12 de octubre. La decisión, calificada como “muy difícil pero necesaria”, se tomó tras constatar los graves daños provocados por las intensas lluvias de la DANA Alice en el litoral alcazareño.
Las precipitaciones, de carácter torrencial, generaron importantes arrastres de agua y barro que anegaron la arena y dejaron las playas en condiciones inseguras e inadecuadas para albergar un evento multitudinario como el Día del Caldero, que cada año reúne a cientos de vecinos y visitantes en torno a la tradicional degustación de arroz caldoso junto al mar.
En un comunicado oficial, el consistorio explicó que, dada la magnitud de los daños, todos los recursos municipales están ahora enfocados en la limpieza, recuperación y puesta a punto del litoral, así como en garantizar la seguridad de la ciudadanía. “Se trata de una situación extraordinaria que requiere toda nuestra atención”, señaló el Ayuntamiento, que reconoció el profundo afecto que la comunidad siente por esta cita anual, símbolo de convivencia, identidad y arraigo local.
Aunque la decepción fue palpable entre los alcazareños, muchas voces en redes sociales y en el ámbito vecinal expresaron su comprensión ante una medida tomada “con responsabilidad y sentido común”. El consistorio agradeció públicamente la colaboración ciudadana y aseguró que “volveremos a disfrutar juntos de nuestras playas y nuestras fiestas muy pronto”.
Mientras las máquinas trabajan sin descanso para devolver la arena a su estado habitual, Los Alcázares se prepara para sanar sus heridas y, con ellas, reavivar la llama de sus tradiciones. Porque, aunque el caldero no hervirá este domingo, el espíritu festivo del municipio seguirá intacto, esperando el momento en que el mar y la tierra vuelvan a estar listos para celebrar juntos.
