En una gala vibrante y reivindicativa celebrada en el Hub Audiovisual del Cuartel de Artillería, La Verdad entregó sus galardones anuales a siete referentes del agro murciano —desde Juver hasta las razas autóctonas en peligro— mientras resonaba, como contrapunto emocional, una demanda unánime: garantizar el futuro hídrico del sector
La noche del viernes 14 de noviembre se convirtió en un homenaje colectivo al esfuerzo silencioso que alimenta a medio mundo: el sector agroalimentario murciano. En el Hub Audiovisual del Cuartel de Artillería, La Verdad celebró la entrega de sus Premios Agro 2025, una ceremonia que supo entrelazar con maestría la celebración del talento, la innovación y la sostenibilidad con una reivindicación apremiante: el acceso garantizado al agua frente a los anunciados recortes del Trasvase Tajo-Segura y la sobreexplotación de acuíferos para 2027.
Galería fotográfica del acto realizada por Manuel Gambín:
La gala, presidida por autoridades regionales, representantes del tejido empresarial y líderes del cooperativismo, se desarrolló en un ambiente de orgullo contenido y reflexión compartida. Como introducción, Víctor Rodríguez, director del diario, trazó un retrato elogioso del sector, destacando su proyección internacional y su capacidad para convertir limitaciones en virtudes.

Acto seguido, Sara Rubira, consejera de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca, subrayó que la Región ha hecho de la eficiencia su sello de identidad global, pero advirtió: «No merecemos que, tras décadas de esfuerzo, se nos prive del recurso esencial que sostiene toda esta cadena de valor. El agua no es un lujo: es la condición de posibilidad de nuestra competitividad».

Tras estas palabras, llegó el turno de los galardonados —siete entidades y profesionales cuyas trayectorias encarnan distintas facetas del compromiso con el campo—, en una entrega emotiva y llena de significados simbólicos.

El Premio Exportación fue a parar a Juver, empresa con medio siglo de historia y presencia en más de 80 países. José Hernández, director general, y José Antonio Navarro, responsable de exportación, recogieron la distinción ante una ovación que celebraba no solo el éxito comercial, sino la consolidación de una marca murciana como embajadora global del sabor mediterráneo.
En el ámbito científico, el Premio Investigación e Innovación Agraria reconoció al Equipo SIGyT del Imida, liderado por Manuel Erena Arrabal. Su labor en teledetección y sistemas de información geográfica permite optimizar recursos, predecir cosechas y mitigar riesgos climáticos. «Innovar no basta —afirmó Erena—; hay que lograr que el conocimiento llegue al campo, porque al final mejora la vida de quienes lo trabajan y de quienes se alimentan de él».

La Gestión Sostenible fue para Murciana de Vegetales, cuyo CEO, Enrique Serrano, insistió en que la sostenibilidad «no es una política externa, sino una cultura interna: solo cuando todo el equipo la respira, se logran avances reales».

Uno de los momentos más vibrantes llegó con el Premio Producto / Variedad del Año, otorgado a Nueva Cocina Mediterránea por su ensaladilla marinera, que ha llevado un clásico murciano a millones de hogares en España y Portugal. Luis Miguel García de Andrés, su fundador, desveló un dato revelador: necesitan ocho millones de kilos anuales de patata, lo que evidencia la interdependencia entre industria y agricultura. Anunció además la adquisición de fincas en Abarán para reforzar su compromiso con la producción local.

En la categoría de Industria y Comercio, Jimbofresh —pionera mundial en frescos listos para consumo— fue galardonada. Mónica González, directora de Producción, destacó el orgullo de «llevar el sabor de nuestra tierra a millones de platos cada día», apostando siempre por la frescura y la trazabilidad.

El Premio Ganadería tuvo un matiz profundamente humano y patrimonial: fue concedido conjuntamente a las asociaciones que defienden las razas autóctonas en peligro de extinción —Cachamur (cerdo chato murciano), Avamur (vaca murciano-levantina) y Agamur (gallina murciana)—. Agustín Fernández, en nombre de las tres, pidió «más visibilidad, apoyo institucional y una normativa que permita aumentar la cabaña y atraer a jóvenes». Su discurso fue un recordatorio de que conservar estas razas no es nostalgia, sino preservar biodiversidad y saber hacer ancestral.

Cerró el acto el Premio Especial ‘A Toda una Vida’, concedido por Caja Rural Central a Francisco Marsilla Fernández, exdirector de Bodegas del Rosario y figura señera del cooperativismo regional. Visiblemente emocionado —hasta en dos ocasiones el público lo interrumpió con aplausos—, Marsilla repasó su trayectoria desde los ocho años en el campo, destacando que «el cooperativismo me enseñó lo más valioso: que juntos somos más fuertes». Dedicó unas palabras especialmente sentidas a «los agricultores de secano, que trabajan tierras duras con paciencia infinita», y concluyó con una promesa: «Seguiré mirando al campo, porque ahí está la esencia de lo que somos».

La gala, que contó con el patrocinio de Mercadona, Caja Rural Central y el Gobierno de la Región de Murcia, y la colaboración de Caudal, Murcia Hub Audiovisual, Ágoratech, dqagro y el Ayuntamiento de Murcia, finalizó con una intervención del periodista Manuel Buitrago, quien reforzó el mensaje central de la noche: «No puede haber fortaleza sin certidumbre hídrica. El campo murciano no pide privilegios: pide condiciones justas para seguir alimentando con orgullo».
Las imágenes que capturan la intensidad de la velada —los rostros emocionados, los abrazos entre generaciones, los brindis con vino de bodega familiar— son obra del fotógrafo Manuel Gambín, mientras que el vídeo oficial, que condensa el discurso de su hermano Luis Miguel, lleva la firma de Conchi García de Andrés.

En suma, los Premios Agro 2025 no fueron solo una ceremonia de entrega: fueron un acto de resistencia cultural, una declaración de identidad y un recordatorio urgente:
Murcia cultiva, exporta, innova… pero no puede sembrar futuro con reguero incierto.

“Este premio lo dedico a mi padre y a todos los que labran la tierra con las manos y el alma”
Luis Miguel García, director general de Nueva Cocina Mediterránea, recibió el Premio Agro de La Verdad con un discurso emocionado que mezcló orgullo murciano, compromiso con el campo y una contundente defensa del agua como bien vital e irrenunciable
En una jornada marcada por el reconocimiento al esfuerzo del sector agroalimentario regional, Luis Miguel García de Andrés, director general de Nueva Cocina Mediterránea, subió al escenario de los Premios Agro de La Verdad con la firme intención de ir más allá del agradecimiento protocolario. Su intervención, intensa, sentida y cargada de contenido, resonó como un manifiesto colectivo: no solo celebró el galardón a Mejor Producto, sino que convirtió el momento en un acto de reconocimiento a los agricultores, una defensa sin concesiones del agua murciana y una apuesta clara por la unidad del tejido productivo.
Murcia escuchó un discurso que fue, a la vez, homenaje, llamada a la acción y declaración de principios
Tras agradecer al jurado el premio —“una gran satisfacción para mí y para todo el equipo”—, García recordó la misión de su empresa: “mantener los sabores, la cultura y la gastronomía para llevarlos a todas las mesas del siglo XXI”. Y lo ha conseguido: desde la icónica ensaladilla rusa hasta la innovadora ensaladilla de mariscos, pasando por la marinera, su labor ha logrado que “el gusto y el sabor que le damos en Murcia llegue a toda la restauración de España”. Hoy, como subrayó, “se pueden consumir marineras en Sevilla, en Madrid, en Barcelona o en Zaragoza. Y es literal. Y es así”.
Pero el discurso tomó un giro profundo y político cuando García abordó el eje vertebrador de su discurso: el agua y el compromiso con el campo. Con rotundidad, anunció que su empresa “acaba de adquirir una finca de patatas en la Barancieza”, en plena zona afectada por la crisis de los acuíferos. “Consumimos más de 8 millones de kilos de patatas al año —afirmó—. Eso sale del campo. El compromiso se demuestra con hechos, no solo con palabras”.

Y entonces, sin eufemismos, lanzó una advertencia contundente: “No pueden desmantelar un trasvase y quedarse con que no pasa nada. No hacen las inversiones necesarias para que el sector agrario tenga en agua la calidad y la cantidad suficientes”. Denunció que “cerrar los acuíferos sin tener resuelto el problema del agua es inaceptable”, y recordó a los presentes —medios, administraciones, empresarios— el poder de su voz: “Las decisiones que afectan a Murcia no pueden tomarse desde fuera de Murcia”.
Hijo de agricultor —su padre falleció cuando él tenía solo 10 años—, García cerró su intervención con la emoción a flor de piel: “Me siento súper orgulloso de este premio que realmente trae este tractor y este campo. Lo dedico a mi padre y a todos los agricultores, con ese trabajo tan duro que ha hecho que hoy estemos todos aquí”.
Porque, en su discurso, no hubo solo palabras.
Hubo tierra, sal, sudor… y la convicción de que, en Murcia, la gastronomía no se cocina solo en la cocina: también se cultiva en el surco y se defiende en la plaza.






















