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“Cuando amanece en La MariMorena”: Molina vibró al ritmo de Estopa con una cena que fue rock, sabor y comunión

El viernes 28 de noviembre, el restaurante se transformó en una taberna rockera: dos pisos llenos, guitarras en directo y un menú de autor de Juana Ruiz —desde pulpo rockero hasta solomillo Wellington— pusieron la banda sonora y el sabor a una noche que nadie quiso que terminara


 

El pasado viernes 28 de noviembre, cuando las luces del atardecer aún acariciaban la Avenida del Chorrico, La MariMorena de Molina de Segura comenzó a latir con un pulso distinto: más eléctrico, más callejero, más cuando amanece. Desde primera hora de la noche, el restaurante —ya consolidado como faro de la cultura gastronómica y musical de la Región— se preparó para una de las veladas más esperadas de su calendario otoñal: la Cena-Concierto Tributo a Estopa, un evento que cumplía con creces su promesa de convertir la cena en espectáculo y el espectáculo en fiesta colectiva.

LasGastrocronicas.com asistió al evento para realizar esta amplia galería fotográfica:

A las 21:30 horas en punto, con ambos pisos del local prácticamente colmados —mesas dispuestas con manteles negros, copas relucientes y la iluminación precisa para crear ambiente sin sacrificar la intimidad—, dio comienzo una experiencia que fusionó alta cocina y rock suburbano con una naturalidad sorprendente. Al frente de los fogones, la chef ejecutiva Juana Ruiz —formada en el universo Bulli y artífice de propuestas que equilibran tradición murciana y vanguardia técnica— desplegó un menú concebido como una playlist gastronómica, bautizado con el irreverente nombre de “ESTOPA”.

El recorrido se inició con una pieza ligera pero llena de personalidad: Pan de Nube con Salmón Marinado y Salsa Tartara, una entrada etérea que contrastaba con lo que vendría después. Le siguió el Crujiente de Maíz, Guacamole y Pulpo Rockero —el plato que, por su nombre y su fuerza, ya anunciaba el tono de la noche—, donde el marisco, tierno y ahumado, dialogaba con el picor fresco del guacamole y la textura crujiente del maíz tostado.




El tercer acto, Foie Micuit con Turrón a la Piedra, sorprendió por su audacia: la untuosidad del hígado de oca se fundía con el caramelo crujiente del turrón derritiéndose sobre piedra candente, un guiño navideño adelantado con elegancia. Luego llegó la Coca de Setas, Queso Brie y Panceta Ibérica, una propuesta campestre y reconfortante, perfecta antes del clímax: la Gallineta Gratinada con Kimchi y Virutas de Bonito Seco, donde lo mediterráneo se abrazaba al umami oriental sin perder su esencia.

El plato principal, el Solomillo Wellington con Salsa de Higos, fue recibido con murmullos de admiración: hojaldre dorado, carne jugosa y una reducción dulce y especiada que evocaba otoño en cada cucharada. Y para cerrar, el postre —Panetone con Chocolate, Helado de Mantecado y Naranja Amarga— equilibró la riqueza con acidez, dejando en el paladar una nota final cálida, festiva y ligeramente nostálgica.

Mientras los comensales avanzaban por el menú —ofrecido a 40 euros por persona, con consumo mínimo de dos comensales—, sobre un escenario integrado en la sala, la banda tributo desplegó su repertorio con energía contagiosa. Desde los primeros acordes de “Cuando Amanece”, el ambiente se caldeó: risas, palmas, coros espontáneos y algún que otro cliente levantándose a bailar entre las mesas —tal como había anticipado Ruppert García-Arias, gerente y alma mater del local: “Queremos que se cante con la boca llena y se baile entre sillas”.

A diferencia de otras cenas-concierto, aquí no hubo barreras: ni entre cocina y escenario, ni entre artista y público. El humor ácido, las letras desenfadadas y la actitud barrial de Estopa se tradujeron en una atmósfera relajada, donde vecinos de Molina, familias, parejas y grupos de amigos compartieron no solo platos, sino también recuerdos —muchos de ellos asociados a las canciones que marcaron su juventud.

La velada se prolongó más allá de la medianoche, con copas de vino y cañas circulando entre risas y coreografías improvisadas al ritmo de “La Raja de tu Falda”. En un momento dado, hasta el equipo de sala —encabezado por García-Arias y la propia Ruiz— se sumó al coro, demostrando que, en La MariMorena, la hospitalidad no es un servicio: es una actitud.

Este evento formaba parte de la trilogía “Cenas Musicales de Otoño”, que semanas antes había homenajeado al flamenco con Antuan Muñoz y al rock and roll con Elvis Songs on Tour. Pero la noche de Estopa tuvo un sabor especial: fue la más espontánea, la más de barrio, la que mejor encapsuló el espíritu del restaurante: sofisticado sin solemnidad, gourmet sin pretensiones, culto sin elitismo.

Al día siguiente —y como contraste simbólico—, La MariMorena volvió a teñirse de elegancia con la visita de la soprano Ainhoa Arteta, quien, tras su recital en el Teatro Villa de Molina, disfrutó de una cena íntima en el mismo local. Dos noches, dos universos: la ópera y el rock, el hiato y la raja, el bel canto y el “oye, tú”. Y en medio, siempre, el mismo compromiso: una cocina que no acompaña, sino que conversa; un escenario que no separa, sino que une.

Porque en La MariMorena, como reza su lema, no se venden cenas. Se venden noches. Y la del 28 de noviembre fue, sin duda, una de esas que se recuerdan cuando amanece.

  • 📍 La MariMorena – Avenida del Chorrico, 110. Molina de Segura (Murcia)
  • 📞 968 611 289 | 🌐 lamarimorenarestaurant.com

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