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GASTROCRONICAS

Cuando el plato se convierte en bandera: el duelo gastronómico virtual entre Asturias y Murcia desborda las redes

Una polémica lista internacional que omite ambas regiones desató un intenso —y sabroso— intercambio digital sobre identidad, tradición y el orgullo de lo local


 

Lo que comenzó como una reacción airada ante un ranking global terminó convertido en un auténtico duelo culinario en tiempo real: la exclusión tanto de Asturias como de Murcia del listado “Top 100 Best Food Cities in the World”, elaborado por la plataforma Global Statistics, ha encendido un intenso debate en redes sociales, donde usuarios de ambas comunidades han defendido —con fervor, humor y platos en ristre— la superioridad de sus respectivas cocinas regionales.

El detonante fue la publicación del diario asturiano La Nueva España, que recogió las reacciones tras conocerse que solo seis ciudades españolas —Madrid, Barcelona, Valencia, San Sebastián, Sevilla y Córdoba— figuraban en el citado ránking. La ausencia llamó especialmente la atención en el norte y el sureste peninsular, territorios cuya identidad está profundamente ligada a la mesa.

Gastronomía murciana.

En cuestión de horas, las redes se llenaron de evidencias gastronómicas: desde Asturias, una publicación viral mostraba cuatro iconos indiscutibles —fabada humeante, pote contundente, cachopo dorado y chorizo chisporroteando en sidra— con el rotundo pie: «El Principado se ríe de este ranking». La réplica no tardó: desde Murcia llegó un contraataque igual de visual —pulpo tierno, arroz con caracoles humeante, zarangollo brillante y la inconfundibles marineras, rosquilla rellena con ensaladilla y coronada por una anchoa—, acompañado de un desafiante: «Murcia se ríe del Principado».




La discusión escaló rápidamente. Algunos murcianos cuestionaron la sobreexposición mediática de la cocina del norte: «Se ha llenado esto de tristes norteños llorando porque por fin somos capaces de librarnos de las cadenas y decir que la gastronomía del norte está tremendamente sobrevalorada», escribió un internauta, desatando una oleada de réplicas.

Gastronomía asturiana.

Los asturianos, por su parte, no se quedaron atrás. «Murcia tiene una huerta espectacular… y dulces de escándalo. Pero meterse con la cocina de Asturies… no sé por dónde empezar», replicó un usuario, mientras otros subrayaban que ciertos platos murcianos —como el pulpo o las anchoas— difícilmente podían considerarse propios de una región sin litoral, lo que generó contraargumentos sobre la riqueza de los mercados tradicionales y la historicidad de los intercambios comerciales.

Entre bromas, pullas y alguna que otra falta de mesura, emergieron voces conciliadoras: «¿Y si dejamos de reírnos de nosotros y valoramos la riqueza gastronómica del país?», propuso un internauta, recordando que la verdadera fortaleza de España reside precisamente en su pluralidad culinaria —desde los guisos de montaña hasta los guisados de huerta, desde los pescados del Cantábrico hasta los arroces del Segura.

Más allá de la polémica, el episodio pone de relieve algo evidente: en España, la gastronomía no es solo alimento; es memoria colectiva, es territorio en estado sólido —o líquido— y, a veces, es también el mejor pretexto para una sana —aunque apasionada— discusión entre hermanos de patria. Y, como bien dicen ambos bandos: la mejor manera de resolverla es sentándose a la misma mesa.








 


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