La pastelería Cremoso, liderada por Alberto Navarro, conquista Milán con su panettone clásico —el mejor de España, Portugal y Andorra— y con una creación emotiva y sensorial que rinde homenaje a su madre: chocolate blanco, pétalos de rosa y 72 horas de fermentación artesanal
En una competición que reunió a más de cuatrocientos profesionales de toda la Península Ibérica y que se desarrolló bajo la exigente mirada de un jurado internacional en Milán, la pastelería Cremoso —ubicada en el pequeño municipio murciano de Moratalla, de apenas ocho mil habitantes— logró imponerse como referente indiscutible del panettone artesanal. Su propuesta no solo se hizo con el primer premio al Mejor Panettone Clásico de España, Portugal y Andorra 2025, otorgado por Irca Group Ibérica, sino que también obtuvo el tercer puesto en dos categorías clave: Mejor Artesano del Panettone y Mejor Panettone Innovador.
Detrás de este éxito colectivo está Alberto Navarro, maestro repostero cuya trayectoria se nutre tanto de técnica como de memoria afectiva. El panettone galardonado —fruto de un proceso de elaboración que supera las 72 horas, con fermentación lenta en masa madre y vainilla de Madagascar— destaca por su textura esponjosa, su equilibrio entre dulzor y acidez, y una identidad profundamente local: incorpora naranja y limón confitados en el propio obrador, además de albaricoque de la huerta murciana, un guiño territorial que ya le valió distinciones en años anteriores.

Pero fue en la categoría de innovación donde Navarro desplegó su gesto más personal: «El Perfume de Mi Madre», una pieza conceptual que trasciende lo gastronómico para convertirse en una experiencia multisensorial. Rellena de chocolate blanco y pétalos de rosa liofilizados, su formulación busca reproducir el aroma de la colonia floral que utilizaba su madre, fallecida en 2011. Para intensificar esta evocación, cada unidad incluye una tarjeta impregnada en agua de rosas, de modo que quien lo recibe pueda oler antes de saborear. “Hemos creado un panettone que, cuando lo degustas, sabe a lo que huele”, explicó el artesano, emocionado tras conocer los resultados. “Nos hemos llevado la guinda del pastel”, añadió, reconociendo el esfuerzo compartido con su esposa, María Dolores, y su equipo.
El jurado valoró no solo la ejecución técnica —estructura, aroma, sabor y presentación—, sino también la coherencia narrativa detrás de cada propuesta. En un sector donde la industrialización amenaza con homogeneizar sabores, Cremoso defiende una filosofía de cercanía: desde la selección de ingredientes —muchos de ellos de proximidad— hasta el horneado en hornos de leña, pasando por la elaboración 100 % manual.
Este triunfo no llega por sorpresa, sino que se inscribe en una tendencia consolidada: la Región de Murcia se ha erigido en los últimos años como un epicentro de excelencia en torno al panettone. Nombres como los de Javier Moreno (La Madrugada), subcampeón mundial de panadería en 2017, o Andrés Mármol, cuya versión fue incluida entre los diez mejores de la Península en 2024, ya habían puesto a la comunidad en el mapa internacional. Ahora, Cremoso eleva aún más la vara, demostrando que la grandeza no reside en la envergadura del taller, sino en la profundidad del compromiso.

Desde el 4 de diciembre y hasta el 5 de enero, los murcianos podrán degustar estas creaciones en persona: Cremoso ocupará el stand 24 de la Muestra de Artesanía de la Gran Vía Alfonso X el Sabio, en Murcia, donde ofrecerá una amplia gama de variedades —entre ellas, muerte por chocolate, galleta Lotus, pistacho y chocolate blanco, tart tatin de manzana o el popular «pijotero»—. Para quienes no puedan acercarse, la pastelería envía sus productos a toda la Península a través de su web (lacasadelpanettone.com).
En un mundo donde lo efímero domina, Alberto Navarro y su equipo han logrado algo más difícil: hacer que el tiempo se detenga —en una miga, en un aroma, en un recuerdo— y que, al morder, uno no solo saboree un dulce, sino también una historia. La de Moratalla. La de Murcia. Y, sobre todo, la de una madre que, aunque ya no está, sigue perfumando el mundo.






















