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GASTROCRONICAS

Migas bajo la lluvia, el plato que reúne tradición y sabor en los días nublados de Murcia

Desde LaMarimorena en Molina de Segura hasta Salabores en Murcia, las migas se convierten en protagonistas cuando el cielo se cubre de gris


 

En Murcia, cuando el cielo se nubla y las primeras gotas de lluvia acarician la tierra árida de la huerta, algo especial ocurre en las cocinas. En muchos hogares y restaurantes de la región, el menú del día cambia para dar paso a un plato emblemático: las migas murcianas.

Esta tradición, cargada de historia y simbolismo, sigue viva gracias a locales como LaMarimorena, regentado por Juana Mari y Rupper en Molina de Segura, o Salabores, liderado por Ester Cánovas en Murcia, donde las migas nunca faltan en los días lluviosos.

El origen de una costumbre centenaria

¿Por qué los murcianos asocian este humilde plato con los días de lluvia? Según el portal Turismo de Murcia, una de las teorías más extendidas apunta a la escasez histórica de agua en la región. Cuando llovía, los murcianos lo celebraban con un festín especial, permitiéndose disfrutar de ingredientes que consideraban lujos: cerdo, productos frescos de la huerta y pan de pueblo. Las migas, elaboradas con pan duro y acompañadas de «tropezones» (tocino, chorizo, salchicha), se convirtieron en el símbolo perfecto de esta celebración.

Otra hipótesis, compartida por la plataforma 1.001 Sabores de Murcia, sugiere que, en los días de lluvia, los murcianos aprovechaban la humedad del ambiente para ablandar el pan seco que guardaban en sus despensas. Este acto sencillo les permitía transformar un ingrediente humilde en un plato contundente y reconfortante, ideal para combatir el frío y la melancolía de los días nublados.

Un plato de identidad regional

Las migas murcianas no son solo un recurso culinario de aprovechamiento; son también un reflejo de la cultura y geografía de la región. A diferencia de otras versiones, como las extremeñas o aragonesas, las migas murcianas se caracterizan por incluir abundantes «tropezones«, pequeños manjares que complementan el plato. Desde el tocino crujiente hasta el chorizo picante, pasando por verduras frescas de temporada, cada ración es un homenaje a la riqueza de la huerta murciana.

En restaurantes como LaMarimorena, las migas son casi un ritual los días de lluvia. Juana Mari y Rupper, conocidos por su carisma y amor por la cocina tradicional, aseguran que este plato siempre tiene un lugar destacado en su carta cuando el clima lo pide. Por su parte, Ester Cánovas, de Salabores , defiende que las migas no solo alimentan el cuerpo, sino también el alma. «Es un plato que une, que evoca recuerdos y que conecta a las personas con su tierra», afirma.

Más que un plato, una tradición viva

Aunque las migas tienen raíces humildes, su popularidad ha trascendido las cocinas regionales para conquistar mesas en toda España e incluso fuera de nuestras fronteras. Su versatilidad y sencillez las hacen irresistibles, especialmente en días lluviosos cuando el cuerpo pide algo cálido y reconfortante.

En Murcia, sin embargo, las migas no son solo comida; son una excusa para reunirse, compartir historias y celebrar la vida, incluso bajo la lluvia. Así que, si alguna vez te encuentras en la Región de Murcia en un día nublado, no dudes en buscar un lugar donde puedas disfrutar de este plato tradicional. Quizás en LaMarimorena o Salabores, descubrirás que las migas no son solo un bocado delicioso, sino también un pedacito de la historia y el corazón de Murcia.

«La lluvia cae y nosotros por herencia familiar (tercera generación de @elpereton) no podemos hacer otra cosa que migas. Pídelas para llevar», explica Ruppert García-Arias, de Lamarimorena Restaurant & Gourmet S.L. en la Avenida del Chorrico 110 30500 de Molina de Segura Email: info@lamarimorenarestaurant.com Tel: 968-611289.

Salabores está en La Plaza Sardoy, 1, 30003 de Murcia. Teléfono: 678 47 09 99. Reservas: thefork.es



Receta de las migas murcianas

Presentación del plato

Hoy tenemos para comer un plato calórico, pero depende de la cantidad que nos pongamos y de la chicha que incorporemos.

Es costumbre hacer migas los días de lluvia por el origen de este económico plato. Como antaño no se tiraba nada a la basura, el pan duro se aprovechaba para hacer torrijas o migas.

Lo que se hacía era sacar este pan duro al patio para que se humedeciera y así poder cocinarlo.

En cuanto a los tropezones o acompañamiento de la miga, depende lo que nos apetezca o lo que tengamos más a mano, ¡están buenas con todo! Lo importante es hacer una buena miga.

Ingredientes

  • Un pan duro
  • Ajos tiernos
  • Ajos secoscuchara
  • Tocino
  • Salchicha
  • Longaniza
  • Morcilla
  • Harina
  • Aceite de oliva
  • Agua
  • Sal.

Elaboración

Como comentábamos en la presentación del manjar, lo fundamental es hacer una miga suelta pero cocida, tarea sencilla que necesita su práctica.

Primer paso: preparar el pan duro

Los abuelos dicen que cuanto más duro esté el pan, mejor y esto tiene una fácil explicación: coge menos agua y son más fáciles de cocinar. También dicen los expertos en migas que si mezclamos dos tipos de pan, mejor. Podemos poner medio pan de un tipo y medio de otro.

Comenzamos cortando el pan duro en rebanadas y colocándolas en una barreño con agua hasta que queden cubiertas. Para evitar que se eleven y no queden cubiertas por el agua le ponemos algo de peso encima para que las mantenga sumergidas.

Evitaremos dejar mucho tiempo el pan a remojo porque se nos desharía, por muy duro que esté.

Una vez mojado, lo sacamos y escurrimos colocándolo en un recipiente y reservamos.

Segundo paso: freímos los tropezones

A continuación cortamos la carne que le incorporaremos. En esta ocasión hemos optado por hacer las más típicas: salchicha, longaniza, tocino y morcilla.

Podemos cortar los tropezones una vez fritos, depende del gusto del cocinero. Yo los he cocinado cortados porque me parece más cómodo.

La cantidad depende del gusto de cada uno, lo ideal es que vayan acompañando a las migas que son el bocado principal.

Con un buen chorro de aceite doramos los dientes de ajo para que aromaticen el aceite en el que freiremos el resto de ingredientes.

También le añadiremos unos ajos tiernos porque le dan un sabor muy especial.

Una vez fritos los tropezones, apartamos.

Tercer paso: cocinamos las migas

En la sartén donde hemos sofrito la carne echamos el pan que tenemos escurrido. Comenzamos a picar con una rasera de madera o de metal (de un material que no se deforme y podamos darle con fuerza) y no dejamos de moverlas para ayudarle a que se seque el agua que le pueda quedar a la vez que se cuece la miga.

Una vez veamos que el pan ha perdido un poco de agua, le incorporamos un cuenco de harina que le ayudará a perder el agua y a soltarse más. No dejamos de mover y picar.

Pasado un rato le volvemos a echar un cuenco de harina sin dejar de mover, así hasta tres cuencos de harina. Así quedarán unas migas finas, secas y muy sueltas. Esto lo conseguimos gracias a la harina y al brazo del cocinero que las mueve con energía. Sazonamos al gusto.

Tardaremos una media hora en tenerlas a punto.

Cuarto paso: mezclamos con la carne

Sólo nos queda echarle la carne que previamente hemos frito en esa misma sartén y los ajos tiernos.

Las morcillas las podemos calentar en un cazo con agua hirviendo o freírlas, pero las pondremos acompañando el plato de migas.

Presentación en mesa y acompañamiento

Las migas las podemos acompañar de muchos productos: de uva, de verdura, granada, asadura, magra, ñoras, chorizo, hasta con chocolate están buenas.

Hay muchas recetas de migas: sólo con pan, sólo de harina de harina con un poco de pan, de pan con poca harina… pero el secreto ya sabemos cuál es: pequeñitas y sueltas. Esto se consigue picándolas enérgicamente y sin cesar hasta que están hechas.

En cuanto a la presentación, también las hemos visto de varias formas aunque la más típica es EN LA PROPIA SARTÉN. Se coloca en medio de la mesa y de ahí se come.

Granada, uva, rabanitos, pepinillos, aceitunas partidas, pimientos en agua, sal… Todo esto le va genial porque limpian el paladar y rebajan su contundencia.

¡Ah! Hay que comerlas calientes y con un vasito de vino casero, acompañado de un grupo de amigos y sin prisa porque mientras queden migas queda fiesta.




 


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