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Rincón de Pepe, 100 años de murcianía en el plato: un legado que sigue cocinando historia

En un emotivo acto organizado por La Verdad, chefs, instituciones y testigos de su historia rindieron homenaje a Raimundo González Frutos, el visionario que puso a Murcia en el mapa gastronómico nacional


 

El Rincón de Pepe, templo indiscutible de la cocina murciana, celebró este lunes un hito histórico: 100 años desde su fundación. Con motivo de este centenario, el diario La Verdad, en colaboración con el Grupo Orenes, organizó una jornada conmemorativa que reunió en el propio restaurante a chefs, autoridades, artesanos de la hostelería y público apasionado por la gastronomía, en un acto que fue mucho más que un homenaje: fue un viaje colectivo por la memoria, la identidad y el futuro de la cocina regional.

LasGastrocronicas.com asistió a la jornada para realizar esta amplia galería fotográfica:

En las paredes del emblemático local de la calle Trapería, donde han resonado conversaciones de artistas, políticos, escritores y viajeros ilustres, se respiró —una vez más— lo que su director, Enrique Carballido, definió como “murcianía pura”: una mezcla de tradición, cultura, patrimonio y modernidad que ha convertido a este complejo hostelero en parte viva de la historia de la Región.

Carballido destacó que, en este aniversario, el equipo del Rincón de Pepe mira “hacia atrás con gratitud y hacia adelante con ilusión”. Por ello, a lo largo de 2025 se han diseñado múltiples iniciativas, entre ellas jornadas gastronómicas, menús especiales —como el Menú 1925, inspirado en los platos históricos del restaurante— y colaboraciones con instituciones culturales, todo con el objetivo de mantener vivo el espíritu de su fundador, Raimundo González Frutos.

Fue precisamente Raimundo quien, partiendo de un modesto negocio familiar donde vendía vino, elevó la cocina murciana al nivel de la alta gastronomía, convirtiéndose en el primer restaurante de la Región en obtener una Estrella Michelin. Pero, más allá de los galardones, su verdadera genialidad radicó en saber escuchar a la tierra: salía a la huerta a observar cómo las huertanas preparaban sus guisos, recogía recetas de ancianos en las pedanías y transformaba esos saberes en platos que hoy son referentes nacionales, como sus míticas berenjenas a la crema, inmortalizadas incluso por Manuel Vázquez Montalbán como “un culto a la berenjena”.

Domingo Simón Guirao, segundo de cocina de Raimundo durante 16 años, lo recordó con emoción: “Fue el mejor jefe que he tenido, casi como un padre”. Relató cómo, en pleno auge del local, servían más de 150 raciones de cocido de pava con pelotas en una sola jornada, con fogones al rojo vivo y un equipo que “no daba abasto, pero nunca fallaba”. Hoy, Simón sigue elaborando esas berenjenas con la misma receta, como un acto de lealtad a su maestro.



El legado de Raimundo también fue ensalzado por Pablo González-Conejero, chef del restaurante La Cabaña Buenavista (2 Estrellas Michelin), quien lo definió como “la figura que representará la gastronomía murciana durante siglos”. “En una época sin redes, sin AVE, sin comunicación masiva, Raimundo logró que la gente viajara expresamente a Murcia por su cocina. Eso solo lo consigue alguien con una personalidad clara, una visión firme y, sobre todo, la capacidad de construir un equipo”, subrayó. Y es que, insistió, “detrás de todo gran cocinero hay un colectivo que se deja la piel en cocinas de carbón y en fogones incansables”.

Hoy, ese testigo lo lleva Ginés José Nicolás, actual chef del Rincón de Pepe, quien confesó sentir “las piernas temblorosas” al asumir la responsabilidad de mantener viva una leyenda. “La gente está pendiente de cada detalle, y eso exige respeto, dedicación y humildad”, señaló. Su labor no es solo conservar, sino también reinterpretar: recupera guisos olvidados, adapta temporadas y mantiene la esencia sin caer en la inmovilidad.

La importancia del trabajo en sala también tuvo su espacio en el acto. Mari Cruz García, propietaria del Restaurante Virgen del Mar en Mazarrón y ahora en Murcia —conocida cariñosamente como “La Faraona”—, destacó que “comer ya no es solo alimentarse, es vivir una experiencia completa”. “Raimundo fue mi referente. Yo, en vez de la huerta, trabajo con el mar, pero con el mismo respeto al producto: pescado salvaje, guisos marineros diarios, sabor auténtico”, explicó, recordando la amistad que forjó con Raimundo en sus últimos años.

El concejal de Turismo del Ayuntamiento de Murcia, Jesús Pacheco, lo calificó como “el padre de la gastronomía murciana moderna” y “embajador de la Región en toda España”. Subrayó su papel como defensor incansable de los productos de cercanía y su obsesión por preservar recetas en peligro de extinción. “Gracias a él, tenemos un patrimonio inmaterial inmenso. La gastronomía no es solo identidad: es proyección, pertenencia y futuro”, afirmó.

La jornada concluyó con palabras de Eva Reverte, directora general de Competitividad y Calidad Turística de la Comunidad, quien recordó que “la historia de Rincón de Pepe no termina aquí: continúa en cada chef que apuesta por la autenticidad, en cada Denominación de Origen y en cada turista que descubre Murcia a través de sus sabores”.

Con un aforo completo y una atmósfera cargada de emoción, el acto no solo celebró un siglo de existencia, sino la vigencia de un ideal: que la cocina, cuando nace del respeto, la pasión y la tierra, trasciende el tiempo. Como escribió una vez Raimundo: “La cocina y los restaurantes son emoción y producto”. Y en el Rincón de Pepe, esa emoción sigue hirviendo en cada olla, en cada plato, en cada comensal que entra y sale con una sonrisa.

Porque, al fin y al cabo, como dijo Carballido, “esto no es solo un restaurante: es murcianía en estado puro”.

Cóctel en La Muralla

Tras una intensa mañana de coloquio y mesa redonda en la que se repasó la trascendental figura de Raimundo González Frutos y los cien años de historia del Rincón de Pepe, los asistentes fueron invitados a un cóctel de clausura en el pub La Muralla, ubicado en el mismo edificio del hotel.

El chef Ginés José Nicolás preparó una selección de tapas que fusionan tradición y oficio: marineras crujientes, ensaladilla de merluza, croquetas de gamba y de jamón, caldo con pelotas —guiño directo al legado del fundador— y los inconfundibles caballitos, entre otras delicias.

La degustación se acompañó con una cuidada carta de bebidas que incluyó vinos tintos y blancos de la Región y cervezas Heineken, en un ambiente distendido que permitió a chefs, autoridades y amantes de la gastronomía seguir tejiendo, entre bocado y bocado, el hilo de una historia que, lejos de concluir, sigue escribiéndose con cada plato servido.







 


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