Una camarera de 22 años denuncia dos agresiones sexuales en un local del Barrio del Carmen y es despedida por la dueña, mientras en Las Torres un atracador es condenado por intento de violación a punta de cuchillo
Murcia se enfrenta a dos episodios de violencia contra mujeres trabajadoras en el sector hostelero
La Policía Nacional ha abierto una investigación tras la denuncia presentada por una joven de 22 años, camarera recién incorporada a un salón de juegos del barrio del Carmen en Murcia, quien relató haber sufrido dos agresiones sexuales en el interior del establecimiento a manos de un cliente asiduo, vinculado personalmente a la propietaria del local. Según su testimonio, el hombre —descrito como “allegado cercano” de la dueña— comenzó a acosarla desde su primer día de trabajo, el pasado 12 de octubre (Día del Pilar), con insinuaciones, celos patológicos y amenazas recurrentes de despido.

Los hechos más graves ocurrieron en la madrugada del 31 de octubre, cuando el sospechoso la arrastró al baño tras verla atender a un cliente ebrio. En dos ocasiones, la joven fue sometida a tocamientos forzados, incluso con intento de desnudamiento y coacción para que lo tocara genitalmente, mientras el agresor repetía frases como “estoy loco por ti” y “necesito correrme, por favor”. Tras lograr escapar, la víctima decidió denunciar —pese al miedo y la dependencia económica—, pero su valentía fue respondida con un despido fulminante, que ella atribuye directamente a la amistad entre la empleadora y el presunto agresor. En su declaración, además, indicó que el hombre la amenazó con matarla si hablaba, razón por la que ha solicitado órdenes de protección para ella, su madre y su hermana. El caso está ahora en manos de la Unidad de Atención a la Familia y la Mujer (UFAM) de Murcia, que trabaja en la identificación y detención inminente del sospechoso, según publica La Opinión.
Caso similar en Las Torres de Cotillas
En paralelo, según publica La Verdad, la Audiencia Provincial de Murcia ha dictado sentencia en un caso similar ocurrido en Las Torres de Cotillas, donde un hombre fue condenado a 2 años, 7 meses y 16 días de prisión por un doble atraco y un intento de violación a punta de cuchillo. Los hechos tuvieron lugar el 18 de septiembre de 2021: el procesado irrumpió en un salón de apuestas, agarró a una camarera, la arrastró hacia los servicios y le gritó «vamos para dentro que te voy a follar», mientras la amenazaba con un cúter. Gracias a la intervención de dos clientes, la mujer logró salvarse. Minutos después, el mismo individuo atacó una cafetería en el polígono San Jorge, donde, tras robar la caja, intentó forzar el acceso a la caja fuerte manteniendo a otra empleada agarrada por el cuello —hasta que ella logró zafarse y pedir ayuda.
La pena se redujo tras un acuerdo con la Fiscalía y se tuvo en cuenta su adicción a drogas y el retraso procesal de más de dos años, un factor que ha generado críticas por la demora en la justicia para las víctimas.
Estos dos casos, aunque separados en el tiempo y el lugar, exponen una realidad inquietante: la vulnerabilidad de las mujeres que trabajan en entornos nocturnos o poco supervisados, y la necesidad urgente de protocolos de seguridad, formación en prevención y respaldo institucional que vayan más allá del silencio y la impunidad. Porque, como denuncia la joven del Carmen, “nadie debería tener que elegir entre su dignidad y su sueldo”.






















