La empresa suiza de alimentos Nestlé decidió cerrar su planta de Caudry, en el norte de Francia, donde producía las pizzas congeladas Buitoni que el año pasado provocaron una intoxicación por una bacteria a 56 personas, de las cuales dos niños murieron.
Nestlé Francia explicó en un comunicado recogido por Efeagro que la planta, que operaba desde 1981, no podía seguir funcionando por la fuerte caída de las ventas de esas pizzas después del escándalo sanitario.
Añadió que no habrá despidos de los 140 trabajadores al menos hasta finales de este año, mientras intenta vender la fábrica a otro grupo que quiera mantenerla abierta y ofrece reubicar a los empleados en otras actividades del grupo.
El cierre es el final de una crisis que empezó en enero de 2022, cuando se encontró la bacteria ‘Escherichia coli‘ o ‘E. coli‘ en una gama de pizzas congeladas, que afectaron a un adulto y 55 niños, dos de los cuales perdieron la vida.
La empresa cometió varios errores de comunicación y de gestión del problema, como enviar un vale de compra a una de las afectadas o culparles de no haber cocinado bien las pizzas, y solo pidió perdón públicamente por medio de su presidente, Christophe Cornu, a mediados de julio.
Para entonces ya se habían difundido imágenes de la fábrica de Caudry con malas condiciones higiénicas y un informe sanitario que señalaba falta de limpieza en las áreas de producción, mala ventilación o presencia de ratas.
Además, los informes oficiales confirmaron la relación entre las intoxicaciones y el consumo de esas pizzas y las víctimas se unieron para demandar a la empresa ante la justicia.
La planta no ha podido recuperar la confianza de los consumidores ni con el cierre temporal ni con los 2,5 millones de euros gastados para limpiarla.
Desde que volvió a funcionar a finales del año pasado, las ventas se han hundido y la producción ha sido de 450 toneladas, muy por debajo de las 3.500 que se habían previsto, ya reducidas en una fábrica que, antes de la crisis, hacía 170.000 pizzas semanales y dominaba el mercado con un 30% de las congeladas.
El caso de Buitoni se compara en Francia con otros escándalos sanitarios graves, como el de benzeno en las botellas de agua Perrier en los 90, el de carne de caballo en las lasañas de 2013 o el de salmonela en productos del grupo lácteo Lactalis, aunque en este caso la mala comunicación empeoró las cosas.
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