El Grupo de Coros y Danzas de Murcia, de la Asociación Regional “Fco. Salzillo”, recuperó esta añeja tradición en el año 1990, actividad a la que se suma en el año 1991 la Peña Huertana “La Crilla”, de Puente Tocinos.
Asomándonos sucintamente a la historia observamos que el Corpus Christi tiene sus orígenes en la Última Cena de Jesucristo junto a sus doce discípulos, durante la noche del Jueves Santo. Jesucristo convirtió el pan en la representación de su cuerpo y el vino representaba su sangre, invitando a sus discípulos a que comieran y bebieran de él. Este acto precede el santo sacrificio de Jesús en la cruz, venerando su santidad como representante de Dios en la tierra.
De acuerdo a registros e investigaciones de historiadores, en la Edad Media (año 1208) la religiosa Juliana de Cornillon (también conocida como Juliana de Fosses) propuso celebrar esta festividad en honor al cuerpo y sangre de Cristo presentes en la Eucaristía, lo que se materializó en el año 1246, en la Diócesis de Lieja. (Bélgica).
Jóvenes huertanas esparcen hierbas y plantas aromáticas y pétalos de flores desde carretas engalanadas tiradas por vacas del terreno.
En el año 1263 se desencadenó un hecho milagroso en Bolsena (Italia), cuando, en la celebración de una misa, un sacerdote rompió la hostia consagrada y brotó sangre de ella, lo que propiciaría que el Papa Urbano VI en el año 1264 consolidara esta festividad litúrgica del Corpus Christi, para que en el Concilio de Viena (año 1311) Clemente V decretara su conmemoración en todo el orbe cristiano y regulara el cortejo procesional en el interior de los templos, siendo en el año 1316 Juan XXII quien introdujera la Octava que incluyó la exposición del Santísimo Sacramento y el papa Nicolás V encabezó la procesión en la festividad del Corpus Christi del año 1447, con la Hostia Santa por las calles de Roma.
A vuelapluma, sin mayor meditación, recordamos, o conocemos, algunos datos respeto del Corpus Christi, tales como que el proceso mediante el cual el vino y la hostia se convierten en Cuerpo y Sangre de Cristo durante la Eucaristía se denomina transubstanciación, materializándose la forma en la que se recibe a Jesús físicamente, lo que encarna una acción de gratitud.
Sería Santo Tomás de Aquino quien compusiera el oficio litúrgico para oficiar la misa del Día del Corpus Christi, lo mismo que sus himnos. Antes de tomar la Eucaristía, sacramento que canaliza la gracia divina, instituido por Jesucristo durante la Última Cena, se debe practicar el ayuno eucarístico, absteniéndose de ingerir cualquier alimento o bebida al menos una hora antes de la Sagrada Comunión, exceptuando agua y medicinas, sin perjuicio de que los enfermos queden exentos de dicho ayuno. De la magnitud de la festividad se desprende que es uno de los cinco momentos en los que el Obispo no puede estar fuera de su diócesis.
Durante los años de la Edad Media fue consolidándose, llegando al siglo XV, en que las celebraciones de este día se convierten en una de las principales fiestas de la cristiandad, centrándose los actos en las triunfales procesiones eucarísticas, que ya en este siglo se configuran de la forma en que se mantendrán, aunque con un gran enriquecimiento, hasta el periodo barroco.
Cabe reseñar que el año 1488, año bisiesto, debió acoger una de las procesiones de más enjundia de cuantas se han realizado en la ciudad de Murcia. Confluyendo la trascendencia de la denominada “procesión de procesiones”, la de la festividad del Corpus Christi, con las circunstancias históricas relacionadas con la estancia en Murcia de los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, coincidente con los acontecimientos de la Guerra de Granada que se gestaba en el tiempo.
La conmemoración de la festividad del Corpus Christi contempla una procesión encabezada por los obispos y las principales autoridades eclesiásticas, en la cual se exhibe el Cuerpo de Cristo en una custodia, acompañada de los devotos en agradecimiento de las promesas cumplidas. En general y de modo especial en las cabezas de las diócesis, es la fiesta principal de cada ciudad, con un carácter cívico-religioso, en la que se van a representar todos los estamentos sociales y religiosos de la ciudad.
Así se celebra este día en varias partes del mundo el jueves siguiente al noveno domingo, después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. En España, con algunas excepciones que concurren en determinadas capitales de provincia y otras localidades, como en otros países, se celebra el siguiente domingo, acorde a la disposición del calendario laboral. En la región de Murcia es en el municipio de Archena donde únicamente es festivo en la actualidad el jueves correspondiente a su conmemoración.
Para el cortejo procesional, se engalanan calles y fachadas, se contratan músicos y danzantes, se instalan plataformas fijas y móviles con actores representando autos sacramentales en plataformas y carretas, se crean artilugios fantásticos (como la famosa “tarasca” o animal monstruoso que representaba el pecado y el demonio vencido por la Fe, los gigantes y cabezudos, etc.) y además en el cortejo formarán parte representaciones de todos los estamentos civiles, militares, órdenes religiosas, gremios y cofradías.
Esta procesión alcanza en Murcia una gran riqueza en los siglos XVII (en 1678 Antonio Pérez de Montalvo realiza la bellísima Custodia procesional de la Catedral murciana) y XVIII, para, a partir de ahí, ir languideciendo lentamente. En el siglo XIX los estamentos civiles van perdiendo presencia, en consonancia con los nuevos tiempos políticos y sociales, los gremios desaparecen y serán las cofradías las que conserven una representación mayor, manteniendo la costumbre de asistir a la misma con sus imágenes titulares, siempre que su situación económica se lo permitiera, hasta principios del siglo XX cuando la participación de estas se prohíbe en aras de favorecer una mayor concentración en el Misterio principal.
En la primera mitad del XX, aunque desposeída la procesión casi en su totalidad del barroquismo que durante un tiempo le caracterizó, seguía siendo una fiesta importante y de gran seguimiento popular, con la participación de bandas de música recorriendo la carrera de la procesión y conciertos en las tardes de la víspera, la instalación de toldos en las calles Trapería y Platería que duraban hasta pasado el verano y la presencia del ejército, que colocaba sus efectivos en todo el recorrido de la misma, así como un piquete de honor que cerraba el cortejo tras las autoridades municipales vestidos de chaqué.
Conforme avanzaba el siglo XX estas hermosas costumbres van desapareciendo, siendo los últimos en perderse los altares, después de aquellas carretas tiradas por vacas del terreno (no por bueyes) que abrían el cortejo tripuladas por jóvenes ataviadas con ropas típicas y populares que esparcían hinojo, romero, tomillo y pétalos de flores.
Después de unas tres décadas sin la presencia en las calles de estos tradicionales monumentos, sería en el año 1988, cuando la Asociación de Nuestra Señora de Contra Pasmo diera el primer paso para la actualización de tan bella tradición, manteniéndola y potenciándola de forma ininterrumpida hasta el día de hoy.
Uno de los últimos altares en desaparecer fue el que se montaba en las “cuatro esquinas”, pronto recuperado por las gentes del Grupo de Coros y Danzas de Murcia, de la Asociación Regional “Francisco Salzillo”. Monumento en el que, alternativamente cada año, se exponen para el culto las imágenes de las advocaciones marianas de Ntra. Sra. de la Purísima y de Ntra. Sra. la Virgen de la Fuensanta, patrona de Murcia, siendo en la noche del sábado, víspera de la conmemoración, cuando la campana de auroros “Ntra. Sra. del Carmen”, de Rincón de Seca, eleva sus salves rituales y el coro y rondalla del grupo también interpreta coplas alegóricas y del folklore regional que son bailadas por componentes del mismo.
También sería el Grupo de Coros y Danzas de Murcia, de la Asociación Regional “Francisco Salzillo” en el año 1990, primer año en el que la procesión dejo de celebrarse uno de los tres jueves del año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y Ascensión, conduciéndola el calendario laboral a que se conmemorase el domingo siguiente a la festividad, quien recuperó la tradición de que una carreta tirada por vacas del terreno (insisto en lo de “vacas del terreno”, porque a la menor oportunidad el personal escribe “bueyes”, cuando el “buey”, sin perjuicio de que “haberlos los hubo”, no tuvo mayor transcendencia su asentamiento en número de cabezas en la huerta de Murcia), tripuladas por jóvenes del colectivo ataviadas con trajes tradicionales, típicos y populares, abriendo la procesión esparciendo pétalos de rosas y otras flores al paso de la ‘comitivita’, para en el año 1991 se sumara una segunda carreta aportada por la Peña Huertana “La Crilla”, tripulada por las madrinas de la añeja asociación costumbrista de Puente Tocinos y otras jóvenes de la misma, pasando a abrir la procesión desimanado hierbas y plantas acromáticas (hinojo, tomillo, romero…) previo a que la tripulación de la carreta de Coros y Danzas de Murcia complementase la alfombra con los mencionados pétalos de rosas y otras flores creando una alfombra con un ambiente festivo como símbolo de vida, belleza y renovación, representado la creación de Dios y recordándonos la abundancia de su amor al paso de la Sagrada Custodia y la comitiva cívico religiosa con niños y niñas que ha hecho su Primera Comunión en el año, acompañados también desde mitad de la década de los años noventa del siglo pasado (XX) por la Reina Infantil de la Huerta de Murcia y su Corte de Honor.
El mismo domingo, por la tarde, la Peña Huertana “La Crilla” realiza similar labor en Puente Tocinos, desde que en el año 2003, por encargo de Don Pedro Tudela, que fuera párroco de la pedanía de la huerta de Murcia, la Venerable Cofradía del Santísimo Cristo del Remedio recuperase y organizara la precesión del Corpus Christi. La peña, lo mismo que otros colectivos cívico religiosos en distintos emplazamientos, monta un Altar / monumento en el que se expone para la oración la Sagrada Custodia al paso de la procesión el lugar donde se ubica. (Plaza Artesanos del Belén. Confluencia de las Calles de la Gloria y Antonio Machado).
La costumbre se ha rescatado, al menos ha dejado de ser un recuerdo en el tiempo, recuperando a través de los nuevos tiempos contenido y público. Los altares, sus adornos, su aportación vegetal, su música, su presencia, todo cuanto complementa el día, contribuye a dar mayor esplendor al entorno, al día en sí mismo. Si nuestras instituciones y entidades no se percatan de la importancia social, cultural, turística, económica, etc. que tiene cuanto el asociacionismo, el voluntariado social, ha logrado, sólo durará en el tiempo mientras quienes con su esfuerzo y a sus expensas lo ha recuperado y conseguido que sea la realidad que es, puedan permitírselo, cuando la ilusión, la dedicación, el trabajo, la economía de estos colectivos, extremadamente vulnerables en los más plurales sentidos, no den más de sí, todo lo alcanzado se habrá diluido como un azucarillo en el agua, concluyendo por necedad, en su caso, de quienes deben profesionalmente, desde un lugar u otro, velar por lo mejor para nuestra tierra, para todos nosotros. Pueden tomar ejemplo hecho, evitando, eso sí, desviar la atención hacia cualquier otra cosa que no sea lo netamente religioso del día y del acto. Es decir, no hacer de ello solo una manifestación lúdica, pues también se hace Murcia contribuyendo a realzar la procesión del Corpus Christi.
Quizá no venga del todo mal traer a colación el relato del Cantar del Mío Cid: ¡Dios, qué buen vasallo! ¡si oviesse buen señor!
Juan García Serrano es presidente de la Peña Huertana «La Crilla»,
Cronista Oficial de Puente Tocinos-Murcia
y director de la Semana Internacional de la Huerta y el Mar de Los Alcázares