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Por Elisabet Pegueroles
El Bodegón del salmonete de Luis Garay (1893-1956), es una de sus piezas más significativas dentro de su producción de naturalezas muertas, un género que cultivó con especial dedicación, en paralelo a su pintura de paisaje y retrato. La obra fue exhibida en varias exposiciones entre ellas la de 1950 en el Casino de Murcia, para la cual el mismo autor escribió: “… los cuadros que figuran en esta exposición, previamente seleccionados, me gustan y gozan de mi consideración especial serenamente, si no me gustasen no los exhibirá”.

Es una de las obras que mejor muestran la capacidad de Garay para vincular el arte murciano con el lenguaje plástico europeo del primer tercio del siglo XX.
Garay convierte un motivo cotidiano en un estudio de intensa presencia pictórica. La composición adopta una estructura triangular: la frutera elevada, cargada de manzanas de tonalidad amarillenta, forma el vértice superior; a la izquierda, una botella verde actúa como contrapeso vertical; en la base, sobre un paño blanco desplegado, reposa el salmonete, que capta inmediatamente la atención del espectador.
La disposición de los elementos remite tanto a la severidad compositiva de la tradición española del bodegón como a la voluntad moderna de comprender los objetos como volúmenes en relación.

La luz, procedente de un foco lateral izquierdo, incide sobre la botella y las manzanas, proyectando sombras densas hacia la derecha. El paño blanco actúa como pantalla reflectante que devuelve matices verdes de la botella y amarillos de las frutas, integrando la gama cromática. Toques puntuales de luz y variaciones de tono próximas sobre las escamas sugieren la humedad y la frescura del pescado.
La superficie de la mesa se eleva e inclina hacia el espectador, lo que acerca el objeto al ojo del observador y reduce la profundidad espacial. El espacio es reducido, íntimo y sin apertura al exterior.
Garay construye la forma mediante planos cromáticos y pinceladas diferenciadas: empastes y brochazos cortos en la tela y el pescado, frente a trazos más largos en la botella y en la frutera. Modela el cuerpo del pescado con parches de rojos, rosas y grises que articulan su volumen desde dentro. Prevalecen los rojos cálidos y matices rosáceos en el pez, frente a los grises, ocres y pardos del fondo; así, el salmonete parece acercarse al espectador mientras los tonos neutros constituyen un soporte contenido.
El fondo, de tono neutro y apagado, hace que la mirada se concentre en el pez. La iluminación, casi escénica, dramatiza la presencia del motivo. La pincelada, cargada en determinadas zonas, aporta un aspecto de realismo intensificado, donde la materia pictórica transmite gravedad y sensación de penumbra atmosférica.
Encontramos aquí la herencia de Cézanne —en la construcción por planos de color, el uso del color para modelar y la compresión espacial— y la huella de Solana —en la paleta sobria, la atmósfera y la densidad expresiva—, sin perder el referente barroco de la austeridad.
Si lo leemos simbólicamente, el conjunto nos sugiere una vanitas atenuada: la caducidad del pez frente al brillo efímero de las frutas, y la botella como indicio de consumo. Plásticamente, la obra pone de manifiesto la capacidad de Garay para elevar lo humilde a dignidad monumental, articulando tradición regional y sensibilidad moderna.
Receta: Salmonetes al horno con manzanas caramelizadas al vino blanco
Ingredientes (2 personas):
- 4 salmonetes limpios
- 2 manzanas tipo reineta o golden
- 1 vaso de vino blanco seco
- 1 cucharada de miel (opcional)
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- Sal y pimienta al gusto
- 1 ramita de romero o tomillo fresco
Preparación:
1. Precalienta el horno a 180 °C.
2. Prepara las manzanas:
- Pela y corta las manzanas en gajos finos.
- En una sartén con una cucharada de aceite de oliva, saltea las manzanas a fuego medio durante 4–5 minutos.
- Añade medio vaso de vino blanco y, si lo deseas, una cucharadita de miel.
- Cocina hasta que el líquido reduzca y las manzanas queden doradas y tiernas. Reserva.
3. Prepara los salmonetes:
- Salpimentar los salmonetes por ambos lados.
- Colócalos en una fuente de horno con un chorrito de aceite, el resto del vino blanco y unas hojitas de romero o tomillo.
- Hornea durante 8–10 minutos, dependiendo del grosor del pescado.
4. Montaje del plato:
- En un plato llano, haz una cama con las manzanas caramelizadas.
- Coloca encima los salmonetes recién horneados.
- Riega con el jugo reducido del horno y un hilo de aceite crudo.
Sugerencia de maridaje:
Sirve con una copa del mismo vino blanco seco que usaste en la receta. Idealmente, un vino murciano de Jumilla, Bullas o Yecla.

Elisabet Pegueroles es historiadora del Arte y apasionada de la gastronomía
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