La eliminación del gluten de la dieta por parte de personas sin problemas de salud relacionados con esta proteína es una tendencia creciente, impulsada por la percepción de que el gluten causa inflamación o intolerancia. Sin embargo, médicos y expertos en nutrición enfatizan que esta práctica es imprudente e innecesaria. Imprudente porque a menudo se asocia la dieta sin gluten con el consumo de productos procesados que sustituyen el gluten con mayores cantidades de azúcares y grasas, y porque es innecesaria, similar a una persona con visión perfecta usando gafas graduadas para la miopía.
La mayoría de los especialistas reconocen que, aparte de ser el único tratamiento para la enfermedad celíaca, en los últimos años, una moda ha llevado a muchas personas sanas a evitar el gluten en su dieta, según publica el digital infoceliaco.com.
Incluso celebridades como el futbolista Dani Carvajal han declarado públicamente que siguen una dieta sin gluten sin tener enfermedad celíaca. Además, se han difundido recomendaciones de falsos expertos que afirman que la ingestión de trigo modificado genéticamente ha aumentado los casos de enfermedad celíaca.
Nancy Babio, investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn), y Francesc Casellas, de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), coinciden en que eliminar el gluten de la dieta de una persona sana es imprudente e innecesario. Argumentan que los productos manufacturados sin gluten, como ciertos tipos de pasta y pan de molde, suelen tener un mayor aporte calórico y contienen más aditivos, grasas y azúcares que sus contrapartes con gluten. Además, esta práctica puede llevar a una dieta desequilibrada y problemas de salud a largo plazo.
Ambos expertos enfatizan que la dieta sin gluten es terapéutica y requiere diagnóstico y supervisión médica, y que suprimirla sin necesidad puede retrasar el diagnóstico de enfermedad celíaca en personas que la padecen de manera silente. Recomiendan que las autoridades hagan cumplir las regulaciones para detener la promoción de esta práctica por parte de falsos expertos y subrayan la importancia de diagnosticar y tratar adecuadamente la enfermedad celíaca y la sensibilidad al gluten no celíaca.
Por otro lado, Babio destaca la importancia de hacer cumplir el Real Decreto 1907/1996, que regula la publicidad y promoción de productos con pretendida finalidad sanitaria, para frenar las prácticas fraudulentas de supuestos expertos que ponen en riesgo la salud de los enfermos y de la población en general.
En cuanto a la afirmación de que el trigo modificado genéticamente es responsable del aumento de los diagnósticos de enfermedad celíaca, Babio argumenta que no existen evidencias que respalden esta teoría. Ha explicado que los estudios recientes han demostrado que el contenido de gluten en el trigo antiguo variaba, y que el consumo de gluten ha fluctuado a lo largo de la historia sin correlacionarse directamente con el aumento de casos de celiaquía. En resumen, no hay pruebas sólidas que sugieran que el trigo actual sea el causante de la enfermedad celíaca.
En conclusión, la dieta sin gluten debe ser prescrita y supervisada por profesionales de la salud, ya que eliminar el gluten de la dieta sin necesidad puede llevar a una alimentación desequilibrada y perjudicar la salud. La promoción de esta práctica sin respaldo médico es peligrosa y puede retrasar el diagnóstico y tratamiento de enfermedades reales como la enfermedad celíaca.