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GASTROCRONICAS

Château Siran (Margaux): el vino de Burdeos que enamoró a Hemingway y nació de los viñedos de Toulouse-Lautrec”

“Edouard Miailhe: ‘Cuidamos cada parcela de viña como quien cultiva un jardín”


Por Helena Molero


 

Ésta es la historia de una bodega histórica, ubicada en pleno corazón de Burdeos, propietaria de viñedos que transforman sus uvas en vinos suaves y elegantes. Por primera vez, Château Siran llega a Madrid para dar a conocer su marca. La familia de Toulouse-Lautrec fue la legendaria propietaria de este Château que vendió a la familia de su actual titular: Edouard Miailhe, que representa la sexta generación. Y eso significa que su ADN está repleto de pasión por un territorio que ha sabido tomar el pulso constante de la naturaleza, a través de la observación de sus viñedos y mejorando su producción a lo largo de los siglos.

Edouard Miailhe, de Château Siran, presentó sus vinos en Madrid.

El nombre de Ernest Hemingway también está vinculado a Château Siran, ubicado en la Denominación de Origen Margaux. Una nieta del escritor norteamericano, que sería posteriormente modelo y actriz, fue bautizada con ese nombre: Margaux. Un homenaje de la familia a las felices horas vividas en torno a este vino.

En el marco de las actividades de la Commanderie de Burdeos en Madrid, Château Siran presentó sus nuevas añadas: S de Siran 2022 (54% Merlot), (44% Cabernet Sauvignon) (2% Petit Verdot), Château Siran 2023 (49% Merlot) (41% Cabernet Sauvignon, 10% Petit Verdot), y Château Siran 2022 (53% Merlot), 36% Cabernet Sauvignon) y 11% Petit Verdot.

Con una frase que puede resumir la filosofía de su bodega, Edouard Miailhe afirma: “Cuidamos cada parcela como quien cultiva un jardín. “Nos aseguramos de que las uvas se transformen de la forma más natural posible en un vino elegante y sedoso, respetuoso con la belleza de nuestro terruño”.

Interior de las bodegas de Siran.

En 1859, la condesa de Toulouse-Lautrec vendió la finca a los antepasados de Edouard Miailhe. Desde entonces, la bodega ha permanecido en la misma familia, lo que la convierte en una de las más antiguas del Médoc, región vitivinícola en el noroeste de Francia. “Solo dos familias hemos poseído la bodega en toda su historia”, cuenta Miailhe con orgullo.

Un territorio bendecido por la naturaleza

Siran goza de una orientación sur privilegiada, a pocos metros del estuario del Garona. Cada parcela se cuida “como un jardín”, con podas tipo Guyot entre noviembre y marzo. “Nuestros podadores comienzan con las variedades que brotan más tarde y terminan con las más susceptibles a las heladas.” Esa observación constante ha permitido que el viñedo se mantenga a salvo de las heladas que han castigado otras zonas de Burdeos.

El viñedo abarca 25 hectáreas dentro de la denominación de origen Margaux, donde el suelo de grava y arena filtra la lluvia con delicadeza. La mezcla tradicional combina Merlot, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot, las tres uvas que dan al vino su armonía. “Nos encanta el equilibrio entre Cabernet Sauvignon y Merlot: 45% y 45%. El Petit Verdot, cerca del 10%, da un toque especiado, potencia el sabor”. El resultado son vinos con aromas a frutos rojos, taninos suaves y un final largo. “Nos gustan los vinos delicados, fáciles, suaves”, insiste. “El Merlot aporta esta delicadeza, esta facilidad para beber”.




Una bodega femenina y precisa

De las once personas que forman el equipo de Château Siran, su directora técnica es Marjolaine Defrance. Llegó a la finca con apenas 25 años y hoy, una década después, dirige la producción. “Las mujeres son extremadamente precisas y cuidan los detalles más que los hombres”, comenta Miailhe con admiración y añade que la mayoría de su equipo es femenino. Bajo el liderazgo de Defrance, la añada 2018 fue elegida Vino del Año por la revista estadounidense Wine Enthusiast, entre otros galardones.

Equipo tecnico de Chateau Siran.

El estilo de Siran se basa en la sutileza. No buscan vinos corpulentos ni excesivos, sino equilibrados. La fermentación y la extracción se realizan con suavidad. “No nos gustan los vinos pesados”, repite Edouard. “Nos gusta que sean fáciles, que la fruta se sienta, que haya perfume de rosas, como en los mejores Margaux”.

Vendimias tempranas y desafíos del clima

El cambio climático ha transformado los tiempos de la viña. “Este año terminamos la vendimia el 15 de octubre, la más temprana que hemos hecho nunca, y será quizás la cosecha más pequeña que hayamos tenido”, confiesa.

Los vinos de Burdeos presentados en Madrid a la prensa especializada.

El calentamiento global ha acortado los ciclos, pero también ha traído una madurez más completa de las bayas. “Históricamente Burdeos tenía dificultad para llevar las uvas a madurez. Ahora siempre están en perfecta madurez. Eso permite tener frutas en mejor condición, aunque con más grado alcohólico. Son grandes cambios”, explica Miailhe.

Para proteger las vides, la bodega ha modificado sus prácticas: “Ya no deshojamos como antes; mantenemos el dosel, aumentamos la protección de las uvas”. Son gestos sencillos, pero decisivos para preservar el equilibrio del viñedo frente al nuevo clima.

El vino de Siran se cría en barricas de roble, de las cuales un 35% son nuevas. “La madera no está ahí para dar sabor, sino para suavizar el vino y hacerlo más delicado”, explica. El embotellado se realiza en abril o mayo, dos años después. Reconoce este bodeguero francés que “toda la industria del vino está pasando por un periodo difícil. No sabemos cómo va a terminar, pero hay un cambio en el consumo en todo el mundo”.
Los olvidados de la clasificación.

Aunque Château Siran no figura entre los Grand Cru Classé de 1855, su ausencia tiene una razón de cierta rebeldía. “Nos llaman los olvidados de la clasificación”, dice Edouard. “Cuando Napoleón III ordenó la clasificación, los Toulouse, que eran los propietarios, no quisieron participar porque no respetaban la política del emperador. Por eso nunca nos clasificaron”.

Sin embargo, su prestigio no ha necesitado títulos. La constancia familiar, la calidad de sus vinos y su conexión con figuras como Toulouse-Lautrec o Hemingway le han dado un lugar propio en la memoria de la denominación de origen Margaux.

El futuro: beber Burdeos joven

Burdeos vive una transformación. La demanda internacional se reduce y los consumidores buscan vinos más accesibles. Miailhe lo resume con una propuesta: “DBY: Drink Bordeaux Young, beban Burdeos joven”. Opina que los vinos actuales de la región pueden disfrutarse en los cinco años posteriores al embotellado. “Cada vez menos personas esperan 10 o 20 años para abrir una botella. Y eso está bien. Los Burdeos son hoy muy agradables para beberse jóvenes”. La filosofía de Château Siran abraza esa idea sin perder su esencia. “Continuamos en la misma dirección: delicadeza, sutilidad, suavidad. Aprendemos de cada añada”.

El enoturismo se ha convertido en otro pilar. “Recibimos cerca de 10.000 visitantes al año”, cuenta. En cada recorrido, los visitantes descubren una bodega que combina historia y precisión técnica.

Entre tradición y cambio

La historia de Château Siran es, en el fondo, la historia de la resistencia. “Durante todo este periodo hubo tiempos de gran éxito y tiempos muy difíciles. La industria del vino sube y baja”, recuerda. Desde las crisis de los años 30 hasta los nuevos desafíos del siglo XXI, la familia Miailhe ha estado atenta al pulso constante de la naturaleza y a las tendencias en el consumo.

El mercado del vino está cambiando. “Mis amigos prefieren una buena copa a una botella entera. La gente bebe menos, pero mejor. Prefieren gastar diez euros en una copa de vino que quince en una botella.” En Burdeos, incluso, regresan costumbres antiguas: “En algunos restaurantes vuelve el vino à la ficelle: pones una cuerda dentro de la botella y pagas solo lo que has bebido. Es un método antiguo que vuelve a ponerse de moda.”
En cada copa de Siran se resume una filosofía: la de un vino que no busca imponerse, sino acompañar. Que prefiere la sutileza al exceso.

 

Helena Molero es periodista








 


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